A la memoria de mi padre:
  José Berni Gómez q.e.p.d.
  El inició esta colección
COLECCIONISTA DE VITOLAS DE PUROS
Juan  Alberto Berni González  A.V.E. 1415
 

LOS GRANDES TABAQUEROS CUBANOS. LA EMIGRACIÓN A CUBA

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El siglo XIX. El despegue de la industria tabaquera
Los emigrantes canarios. Los vegueros isleños
Los emigrantes catalanes. Los pioneros.
Los emigrantes asturianos relevan a los catalanes
Los emigrantes gallegos
Los emigrantes cántabros
Los emigrantes de otras nacionalidades
Relacion de Marcas de Cigarros Cubana
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fue a partir de finales del siglo XVIII cuando, por una serie de circunstancias favorables, Cuba se va a convertir en uno de los primeros países productores y exportadores de materias primas como azúcar, café, algodón, y por supuesto tabaco.
Todo ello hará posible la transformación de la colonia, que pasará de ser un lugar de tránsito de mercancías americanas hacia Europa a ser la perla del Imperio Español.

Industrias como el algodón o el azucar que exigían una potente inversión externa en maquinaria y estaban orientadas a la superproducción, se basaban en una agricultura de baja calidad que solo creaban trabajadores de escasa o nula cualificación con esclavos o campesinos esclavizados que vivían hacinados dentro de los ingenios.
Sin embargo esto no ocurrió con el tabaco en Cuba, ya que su cultivo y posterior industrialización se desarrollaron de forma bien distinta: serían colonos españoles (la mayoría canarios) los que desde finales del siglo XVII comenzaron a cultivar de modo individualizado y artesanal pequeñas huertas de subsistencia donde el tabaco se plantaba para consumo propio o ventas al pormenor.
Aquellos pioneros agricultores, conocidos como vegueros, y llamados así por asentarse en vegas o vaguadas naturales donde la tierra era más fertil, hicieron posible durante sucesivas generaciones el cuidado de la tierra y de sus cultivos, logrando la mejora contínua en la calidad de la hoja de tabaco, evitando así las plantaciones tabaqueras a gran escala que se dieron en otros lugares como fue el caso de la vecina Virginia, donde el capitalismo fue implantado como estrategia de producción, dando como resultado cultivos intensivos realizados por mano de obra esclavista orientados más a la cantidad que a la calidad, explotándose grandes latifundios que, una vez exhaustos, se abandonaban ocupando nuevas tierras vírgenes.
Mucho se ha hablado de las propiedades quimicas del terreno o del clima de Cuba para justificar la gran calidad del tabaco cubano, pero bajo mi punto de vista, fue esa forma de cultivo del veguero cubano durante generaciones la que, junto a la idoneidad de la tierras, logró el milagro de ser la cuna del mejor tabaco del mundo.

Pues bien, hablaremos a continuación de la historia del tabaco cubano, desde los primeros cultivos por los vegueros hasta los cultivos productivos mas extensos destinados a abastecer al Monopolio de Tabacos Español (y también a especuladores y contrabandistas), para finalmente comenzar a fabricar tabacos torcidos de forma artesanal en los llamados chinchales o tallercitos familiares rudimentarios usando la hoja cultivada en sus huertos o adquirida a otros campesinos locales.
A partir de la ansiada libertad absoluta para cultivar, fabricar y vender tabaco, en 1821, se produjo la rápida proliferación de estos talleres artesanales que pronto se convertirían en pequeñas fábricas de unos pocos operarios más especializados y también al trabajo en domicilios particulares. Todos ellos darían vida a toda una clase media de operarios especializados y bien pagados que a su vez enriquecerían a una gran cantidad de emprendedores y comerciantes y que entre todos transformaron la economía de la isla, tal y como la vieron los primeros turistas o viajantes de la época en la segunda mitad del siglo XIX como el frances Xavier Marmier, en 1851 o Samuel Hazard, en 1868.
Finalmente vendría la industrialización y la fabricación de cigarros a mayor escala, para así lograr abastecer a un pujante mercado externo ávido de degustar los cigarros puros cubanos demandados por la alta sociedad europea y norteamericana. Todo esto lo veremos en mayor detalle en los siguientes capítulos:

Real Cedula 1740Real Cédula de 1740 en la que se crea la Real Compañía de Comercio de La Habana, entonces San Cristobal de la Habana. (*25)

los aÑos del monopolio y del estanco.

El consumo de tabaco en la isla en sus distintas modalidades siempre estuvo arraigado, siendo habitual entre las clases populares, antes de que se pusiera de moda en Europa. Se torcía caseramente para el consumo particular, costumbre adquirida de los indios. Sin embargo, el tabaco puro y torcido, el verdadero tabaco de los indocubanos, tardaría muchos años en exportarse fuera de la isla, ya que fuera de ella solo se usaba en forma de polvo (rapé), pipa o mascado.

En la segunda mitad del siglo XVI ya se cultivaba tabaco en vegas o tabacales cercanos a la Habana extendiéndose a gran velocidad, todo ello motivado por la gran demanda del tabaco cubano desde Europa. También se ensayaba su cultivo en diferentes paises europeos.

El Imperio Español, después de una serie de vaivenes y decisiones contradictorias, desde las prohibiciones de Felipe II a las restricciones comerciales de Felipe III, finalmente se convence de la importancia del tabaco y de sus posibilidades para obtener píngües beneficios a través del control de su producción y comercialización, por lo que apuesta decididamente por una política centralista, basada en una gestión tipo Monopolio, que según el momento se materializó bien con una Administración de la Renta directa, es decir, gestionada por el estado o bien o a través de un contrato de arrendamiento a terceros, donde la gestión se delegaba a terceras personas, siendo el estado mero vigilante del clausulado del contrato y beneficiario de los porcentajes sobre el negocio, previamente pactados.

Las primeras noticias sobre grandes exportaciones de tabaco cubano se remontan a 1626 en unas denuncias secretas contra el Gobernador Cabrera por las cuales se le acusaba de haber enviado a Canarias sin la oportuna licencia ni permiso de la Casa de Contratación de Indias una nave cargada de hoja de tabaco. En aquellos años era habitual usar puertos canarios para realizar contrabandos por trasbordo dirigidos a otros paises europeos. (*32)

Así, el rey Felipe IV, mediante Real Cédula de 28 de diciembre de 1636, daba un paso definitivo para controlar el cultivo, manufactura y comercialización del tabaco, estableciendo el primer estanco del tabaco.
Para ampliar información sobre los distintos Monopolios y Administraciones de la Renta del Tabaco en España, hacer clic en el siguiente vínculo: Los distintos Estancos del Tabaco Español

La Habana en el siglo XVIIVista de la Habana y su puerto en el siglo XVII.
Pintura holandesa, Amsterdam. (*26)

El 18 de diciembre 1740, por Real Cédula, se constituye la Real Compañía de Comercio de La Habana a la que se le otorga el monopolio del comercio de tabaco, azúcar y otras materias primas producidas en la isla. La Real Compañía no sirvió para controlar la fuga de impuestos sobre el tabaco que suponía el creciente contrabando, molinos clandestinos, etc.. Solo sirvió para que unos pocos privilegiados hicieran grandes negocios.
En 1760, un año después de la llegada al trono español de Carlos III, se establece el Estanco de Cuba y la denominada Segunda Factoría del Tabaco de La Habana, cuya principal misión era comprar la totalidad del tabaco cosechado en la Isla y almacenarlo en La Habana para controlar la producción y comercialización del tabaco en toda la isla, que se realizaba a través de delegaciones de la Real Factoría en las principales ciudades productoras. Con estas se pretendía combatir el contrabando y garantizar que las fábricas sevillanas estuvieran siempre bien abastecidas.
En 1762, los ingleses ocuparon parcialmente la isla de Cuba, en concreto la ciudad de Habana, durante un año y el Estanco Cubano es suspendido durante ese periodo.

Por Real Orden de 25 de noviembre de 1775, y según proyecto remitido por los administradores de la Renta del Tabaco, se aprueba la construcción del primer edificio de Cuba destinado al tabaco, la Real Factoría del Tabaco de la Habana, finalizado en 1797, después de varias ampliaciones. En este punto creo oportuno puntualizar que el término "factoría" puede llevarnos a pensar que se trataba de una fábrica de tabaco, y no era así pues daba cobijo fundamentalmente a funcionarios de la Administración del Estanco de Tabaco y a almacenaje de la hoja, previa clasificación, y secado antes de ser llevada al puerto. En menor medida había también alguna sala dedicada a la elaboración de tabaco en sus distintas modalidades..
Estaba ubicado extramuros de la ciudad muy cerca del cuartel de San Ambrosio (luego hospital), junto al Real Astillero (a orillas de la bahía, lindando con el el muelle de Tallapiedra), sitio idóneo para facilitar el embarco del tabaco con destino a Sevilla, sede de la Administración Central del Monopolio.
Fue una obra monumental, el mayor edificio de La Habana de la época, diseñado por el ingeniero militar Silvestre Abarca, constructor de la fortaleza de La Cabaña, al sur de la bahía habanera. Era un edificio de dos pisos, de estilo puramente funcional. El piso superior estaba destinado a residencia de los administradores de la Real Factoría y otras pequeñas dependencias para los talleres de torcido de tabaco. En la planta baja estaban las salas de recepción, clasificación y almacenamiento del tabaco, que era secado en el patio y en las azoteas. En una de las alas se instalaron los molinos de piedra que, movidos por caballos, elaboraban el polvo de tabaco cubano, producto de moda en aquellos años, muy demandado y apreciado por su gran calidad. (*22), (*23)

 

el siglo XIX. el definitivo despegue de la industria del tabaco cubana.

F. Mialhe. Vista de la ciudad de la Habana Vistas de la ciudad y el puerto de la Habana. F. Mialhe Vistas de la ciudad y el puerto de la Habana en 1850. Reproducción fotográfica de pinturas de Federico Mialhe. Album pintoresco de la isla de Cuba.  (*27)

Habrá que esperar a los albores del siglo XIX cuando Cuba, la Perla del Imperio Español, aprovechando los aires liberales tanto en lo político como en lo económico, con la liberalización del comercio internacional y el ascenso imparable del hábito del fumar en Europa y América, comienza su imparable carrera para convertirse en la gran productora mundial de tabaco de calidad.

A partir de 1811, el estado español, forzado por las continuas revueltas de los campesinos del tabaco o vegueros y las imparables corrientes liberalizadoras del comercio internacional, toma conciencia de que debe cambiar su política e inicia una serie de tímidas medidas, que sería el comienzo de un camino que, con avances y retrocesos, ya no tendría retorno.
El 13 de Septiembre de 1813 el primer gobierno liberal de Fernando VII decreta medidas para el desestanco, sin la experiencia necesaria e indispensable, mediante las cuales se sustituía el Estanco por un impuesto sobre la introducción de los tabacos, pero ante el temor de que los menguados ingresos de la renta sufriesen todavía nuevos quebrantos, no llegó a implantarse y el decreto fue anulado el 24 de julio de 1814.

Todas estas disposiciones culminarían finalmente en la promulgación del Real Decreto de 23 de junio de 1817 por el que se declaraba abolido el estanco del tabaco tanto en Cuba como en el resto de colonias españolas, excepción hecha de Filipinas, que tendrá que esperar hasta 1881. Quedaba libre su cultivo y comercialización, y extinguidos los privilegios de la Factoría de Tabacos de la Habana. El tributo real que el cosechero debía de pagar en especie a la Hacienda española antes de disponer de ella a voluntad era de la vigésima parte de la hoja de tabaco cosechada de primera y segunda clase. Se iniciaba así el imparable despegue de la industria de tabaco cubano.

Durante algunos años, el vasto edificio de la Factoría de Tabacos de la Habana permaneció casi abandonado, sirviendo de albergue a las familias de los que hablan sido empleados de la Renta de Tabaco. Después hubo algunas tentativas de dar utilidad al edificio, primero como escuela y mas tarde, en 1831, una Escuela Náutica; ambos proyectos fracasaron. A principios de la década de 1840 se trasladó allí el Hospital militar de San Ambrosio (antes en la calle San Isidro) que permanecería hasta finales de la década de 1890. Hoy en día no queda rastro del edificio.

Vapor Correo Alfonso XIIIEl Vapor Correo Alfonso XIII. Desde 1889 cubría la línea Cantábrico-Habana-Veracruz. Se hizo famoso por burlar el bloqueo del puerto de Cuba en la guerra con los EEUU.

En 1820 se comienza a notar la abolición del estanco; comienzan a proliferar pequeñas empresas dedicadas a la elaboración de cigarros y cigarrillos. Con el paso del tiempo, algunas de ellas se convertirían en importantes empresas tabaqueras.

Hasta la década de 1850, la industria del tabaco cubana radicaba principalmente en multitud de talleres artesanales llamados chinchales, donde unos pocos operarios torcían tabaco en espacios reducidos y precarias condiciones. Estos establecimientos, que eran habitaciones de domicilios particulares, porterías, cuarteles, tiendas, bodegas, carceles, etc, mejoraban y crecían según la calidad de sus productos y la capacidad del fabricante para crear una buena red de comercialización; de esa forma, algunos de ellos pronto se convirtirían en auténticos talleres de tabaquería con un buen número de empleados a su cargo.
Al principio, la distribución era rudimentaria, siendo el mismo chinchal el que adquiría el tabaco en rama y también quien lo distribuía por tabernas, bodegas, porteros de fincas o incluso particulares.
La excelente calidad del tabaco cubano muy pronto traspasó las fronteras de la isla, por lo que la exportación de cigarros crecía constantemente, aunque también lo hizo el precio que se debía pagar por ellos. En 1842 Cuba exportó unos 150 millones de puros y diez años más tarde serían 245 millones.
En 1827, en La Habana, había registradas 464 tabaquerías dedicadas a la elaboración de cigarros; en 1861 la cifra era de 516, de las cuales 158 ya eran auténticas fábricas con más de 50 operarios, todo ello sin contar con los innumerables chinchales y particulares que torcían tabaco en sus casas o cualquier sitio como tiendas, cuarteles, porterías, etc. y que, por supuesto, no figuraban en ningún registro oficial.

.Foto antigua que muestra una impactante imagen de emigrantes españoles con destino a "Las Américas".

El Directorio de artes, comercio e industrias de La Habana de 1859 citaba más de 1.250 marcas de tabaco y cigarros, constatándose que este era el oficio que más espacio ocupaba en esta publicación, con diferencia, lo que demuestra la importancia de la industria del tabaco en Cuba en aquellos tempranos años de auge del tabaco.

A título de curiosidad, merece la pena citar lo que uno de los muchos aventureros románticos que visitaron Cuba en el transcurso del siglo XIX, en este caso el francés Xavier Marmier en 1851, y que dice así:  « Una parte del tabaco se fabrica en las casas particulares de la isla… No hay calle en La Habana donde no se encuentre alguna tabaquería; en cada una de ellas hay 20, 30 o 40 trabajadores, divididos en varias secciones, cada una de las cuales tiene una ocupación especial. »

Al calor de este auge de la industria del tabaco en la Isla acudirían emigrantes de todo el mundo, pero sobre todo españoles, y mas concretamente canarios, catalanes, asturianos y gallegos.
Como veremos en detalle más adelante, fueron ellos los pioneros de las que llegarían a convertirse en las prestigiosas marcas de tabacos o puros habanos, abriendo el camino a familiares y amigos y formando clanes familiares y grupos sociales muy fuertes en toda Cuba, que perdurarían hasta bien entrado el siglo XX resistiendo a duras penas la colonización económica que supuso la entrada de los Estados Unidos en la economía cubana a raíz de su intervención en la Guerra de la Independencia Cubana.

Estos primeros españoles emigrantes a Cuba eran personas de unas características muy especiales, pues aparte de su gran capacidad de trabajo y sacrificio, fueron grandes emprendedores con una reconocida visión comercial. Buena prueba de ello es que triunfaron tanto en Cuba como en los países a los que desde allí emigraron en oleadas, huyendo de la inseguridad de las revueltas motivadas por las revoluciones cubanas hacia México y el sur de los Estados Unidos. En estos países fueron capaces de adaptarse al nuevo entorno y crear una industria tabaquera de grandes dimensiones que compitió con Cuba en calidad y cantidad.

Vitolas de antiguos chinchales cubanosEjemplo de vitolas chinchales cubanas antiguas que se imprimían en pequeñas imprentas locales. Su aspecto es sobrio, sin relieves ni dorados, pero auténticas y muy antiguas. (*29)

Como veremos más adelante, solían estar unidos con fuertes lazos familiares y regionales para no perder las señas de identidad propias tanto personales como pueblo y nación, no obstante realizaron esfuerzos colectivos y asociativos para integrarse culturalmente en los países de acogida.
Se crearon centros con la misión de aglutinar los respectivos naturales de estas regiones, así como la influencia en la vida cultural, económica, e incluso política de los lugares en los que se asentaban. La prensa fue también un importante vehículo de comunicación y mantenimiento de la identidad, así como un intento de reflejar y desarrollar la actividad cultural, el folclore, los festejos, etc... Al final de los años veinte, cuatro asociaciones españolas de La Habana el Centro Gallego, el Centro Asturiano, la Asociación de Dependientes y la Asociación Canaria, constituían las cuatro entidades más importantes del país. El grueso del sistema pedagógico de La Habana dependía de ellas.

En concreto, cuando profundizas en el entramado del tabaco, sus fabricantes y las familias o uniones entre ellos, te das cuenta de que es mucho más complejo de lo que a simple vista parece. La mayoría de las veces, por no decir todas y especialmente en el siglo XIX, el mundo del tabaco, con sus fábricas, marcas y negocios colaterales, fue una palanca de lanzamiento para diversificar el capital y encaminarlo a otros negocios, como fueron los vapores, ferrocarriles, azúcar, café, inmuebles y especialmente la política, que les permitió mediante cargos e influencias crear verdaderas fortunas. Podremos comprender esto cuando analicemos los casos de Leopoldo González-Carvajal y Zaldúa ( Marqués de Pinar del Río), Antonio López de Piélago y López (Marqués de Comillas), etc...
Coincidiendo con la expansión manufacturera de exportación se produjo una avalancha de adquisiciones de tierras en la región de Vuelta Abajo, actual provincia de Pinar del Río, por compra directa de terrenos o indirectamente a través del impago de deudas contraídas con los comerciantes o vegueros propietarios. La sociedad se judicializa paulatinamente, proliferando los pleitos, actas de compra venta y deslindes de haciendas. Gran cantidad de sentencias, actas judiciales, etc. conservadas en los distintos archivos testifican esta afirmación.

Lo cierto es que concurren todas las circunstancias para que Cuba se convierta en el principal foco de desarrollo de la industria tabaquera, que a partir de la primera guerra cubana en 1868, se extendería como la pólvora a otros paises como México, EEUU, y resto del mundo.

El final del periodo colonial español (1898) abrió un interrogante acerca de la continuidad de los emigrantes españoles en Cuba. Así el Tratado de Paz de París firmado el 10 de diciembre de 1898 entre España y los Estados Unidos abre una ventana a la esperanza de los ciudadanos españoles, pues según su texto, todos aquellos que desearan continuar residiendo en la Isla conservarían sus propiedades y no se tomarían represalias contra los que hubieran asumido una posición hostil ante el reclamo de libertad de los cubanos.
La realidad es que el tratado de paz sentó las bases para que la relación entre cubanos y españoles se encaminara por un cauce de normalidad e incluso de concordia, lo que provocó una llegada masiva de inmigrantes de diversas regiones españolas, como veremos en detalle mas adelante. Otra circunstancia que potenció el aumento de inmigrantes fue el gran desarrollo que por entonces había alcanzado el transporte marítimo en conjunción con la eficaz propaganda para hacer las Américas que realizaban las compañías trasatlánticas, con sus agentes de enganche a la cabeza.
No nos olvidemos de la imperiosa necesidad de trabajadores que existía en un país como Cuba, arruinado, despoblado y en parte descapitalizado por una larga guerra, como veremos en detalle en el capítulo de Grandes Tabaqueros y la Emigración a México, EEUU y Filipinas, con ese éxodo contínuo de trabajadores del tabaco que tuvieron que salir fuera de Cuba por esta causa.

LOS EMIGRANTES CANARIOS: LOS VEGUEROS ISLEÑOS.

La emigración canaria a Cuba fue siempre cuantiosa y sostenida, tanto que puede considerarse una de sus principales raíces culturales y etnográficas, como lo prueba su notable influencia en la cultura cubana o en la peculiar pronunciación del castellano en Cuba. Es raro el cubano que no tenga parientes en Canarias, y menos el que no lleve un apellido guanche.

.Habilitación que ilustra como podría ser un chinchal familiar o pequeña explotación tabaquera de vegueros isleños en Cuba.

La presencia de habitantes canarios en Cuba está suficientemente constatada desde el mismo momento de su conquista por los castellanos. Durante el siglo XVI, la emigración canaria se nutre fundamentalmente de colonos agrupados en bloques familiares que se dirigen a distintos paises americanos: La Española, Puerto Rico, Venezuela, Florida, pero sobre todo a Cuba.
A partir de la segunda mitad de dicho siglo XVI, comienza a cultivarse tabaco en las fértiles tierras del interior de la isla, utilizando las vegas de tierra mas propicia próximas a los ríos; ya en 1610 hay textos que citan plantaciones en las márgenes del rio Almendares, cerca de la Habana, extendiendose en pocos años lo bastante para que comenzara la exportación ultramarina vía contrabando y también se vendiese en la Habana a tripulantes de las flotas que regresaban a España.
Unas eran compradas y otras arrendadas por los campesinos isleños, dando lugar a una cultura propia canaria: los vegueros, que al contrario del cultivo latifundista y esclavista del azucar o de la producción tabaquera del sur de los Estados Unidos, en Cuba, su explotación se llevó a cabo en su mayoría en régimen de pequeña propiedad.

Las Reales cédulas de 1574 y 1599, prohibiendo la emigración canaria a Indias, fueron una respuesta de los terratenientes canarios ante la falta de mano de obra provocada por la emigración, la mayoría clandestina. La sangría continuó con o sin prohibición, provocando un encarecimiento del viaje, atribuible más al elevado coste de las licencias oficiales que al precio del pasaje.

.
.Paisajes tabaqueros. Pinar del Río (Cuba)

Después de un gran auge económico en el siglo XVII debido al cultivo y exportación de sus famosos vinos malvasía, se abate una grave crisis en el archipiélago, provocando la emigración masiva de canarios entre los años 1698 y 1786. La Real Cédula de 1678 vendrá a justificar y a apoyar dicha situación, pues sería el origen del denominado tributo de sangre o también llamado derecho de familias, que era una especie de pacto por el cual se que eximía del impuesto de avería a los navieros que trasladasen 5 familias o 25 emigrantes por cada cien toneladas exportadas. El objetivo era poblar los territorios deshabitados de América a cambio de un privilegio en el comercio con el continente americano, de tal forma que no se veía como una emigración forzada, sino como una especie de captación voluntaria entre aquellos grupos que mostraban mayor predisposición para ir a Cuba o a otras posesiones españolas en América. En paralelo se les convencía de lo conveniente que resultaba para ellos y para sus familias el asentarse en aquellas tierras vírgenes y de enorme feracidad, dotándoles de auxilios económicos, incentivos para el viaje, posesiones de tierras y otros útiles necesarios para la labor agrícola.

La mayoría de estos canarios emigrados a Cuba acabaron trabajando en el sector agrícola y en menor medida en el ganadero, mientras que un reducido porcentaje se asentó en las ciudades y pueblos dedicándose a la venta al por menor, amén de otras actividades subsidiarias. Solían ser típicamente personas jóvenes, saludables para soportar el rigor climático del Caribe y en edad laboral; los padres de familia no deberían ser mayores de 40 años ni con menos de 18, a veces con niños y personas mayores para mantener la unidad familiar.
Parece un hecho constatado que los canarios establecidos de forma permanente en Cuba no destacaron como industriales ni como comerciantes tabaqueros, y tampoco fundaron tabaquerías de importancia en Cuba. Sin embargo resulta curioso que sí lo hicieron, y con gran éxito, a su regreso de Cuba en su Canarias natal, lo cual resulta difícil de entender si no tenían una experiencia previa. Investigaciones recientes ponen de relieve la importancia de los canarios como vegueros (cultivadores) o como dueños de chinchales (pequeñas industrias), aunque la relación entre emigrantes y la industria tabaquera cubana ha sido mucho menos estudiada. De lo que no parece haber duda alguna es de la importante contribución de los canarios a dicha industria.

La fundación de ciudades.

.Foto moderna de una plantación de tabaco en la fértil vega cubana.

Muchas ciudades y villas cubanas fueron fundadas por emigrantes canarios, como Guane, Consolación, Candelaria, Santiago de las Vegas, Mayari, entre otras. Prueba de la importancia canaria en el desarrollo del cultivo del tabaco en Cuba es la fundación de la ciudad de Matanzas, en un sitio privilegiado de la geografía norte de Cuba, entre la desembocadura de los ríos Yumurí, San Juan y Canímar. Fue propiciada en 1693 por la propia monarquía española, siendo materializada con 30 familias de inmigrantes canarios mediante un sorteo para el repartimiento de las treinta y tres caballerías de tierra con amparo a la ley de Indias, como figura literalmente en el acta de fundación de la ciudad (se cree que la mayoría eran de la ciudad tinerfeña de San Cristóbal de La Laguna). Se cita textualmente:

«Para facilitar la emigración y poblamiento, la monarquía hispana dispone: que a cada persona emigrante se le entregue un doblón de cuatro escudos de plata y se les exonere de los gastos del pasaje. A cada familia se le provee de dos azadas, dos hachas y una barra de hierro. A cada cincuenta familias se les entrega doscientas libras de hierro y cincuenta de acero para construir machetes y otros objetos necesarios. Una vez en América, se les reparten tierras para solares y peonías, semillas para labranza, ganado de vientre al objeto de incrementar la reproducción, y se les exceptúa del pago de impuestos.»   (*2)

Durante el transcurso del siglo XVII se incrementa progresivamente la actividad de los vegueros canarios, cuyo nombre se aplicó exclusivamente a los guajiros isleños, dedicados, desde el primer momento, a la siembra y cosecha del tabaco, haciéndose célebre como institución netamente canaria a fines de dicho siglo. La gran mayoría de isleños cultivaban sus conucos en la misma provincia de La Habana. Poco a poco fueron extendiendo sus cultivos hacia las comarcas del centro de la Isla, en torno a Matanzas, Las Villas hasta Camagüey, hacia la región de Pinar del Río al oeste de la isla y más tarde hasta el Oriente. Precisamente fueron muchos canarios (927 de un total de 1.500) quienes construyeron el famoso ferrocarril La Habana-Guines, enlazando estas dos importantes poblaciones agrícolas, en muchos casos con contratos abusivos y trabajando en condiciones infrahumanas, bajo el fuerte clima tropical al que los canarios tardaron en adaptarse, llegando a fallecer unos 165 (algunos de ellos niños).

. Vitolas chinchales cubanas de propietarios vegueros isleños de Cabaiguan (Lucumi y Bauza).(*29) 

La presencia de canarios en la vertiente industrial y comercial tabaquera cubana no fue tan importante como la cosechera; la explicación habría que buscarla en la decisión de mantener su condición campesina, dedicándose en cuerpo y alma a lo que mejor sabían hacer. Así, con el paso del tiempo fueron perfeccionando el cultivo de la planta del tabaco y su posterior tratamiento, llegando a ser verdaderos expertos cosecheros de tabaco, dedicando menos atención a las labores de manufactura, donde sus habilidades eran menores y se necesitaba una alta especialización.

Al contrario del sistema latifundista y esclavista imperante en los Estados Unidos, los vegueros isleños desarrollaron un régimen autónomo y de pequeña propiedad cuyo protagonismo llegó al máximo apogeo en los acontecimientos ocurridos en las vegas de San Antonio del Monte, a principios del siglo XVIII, considerándose como el primer e inevitable enfrentamiento serio de cubanos frente a negociantes y terratenientes procedentes de otras regiones españolas.

Las reivindicaciones de los vegueros.
La primera rebelión de vegueros tuvo lugar el 21 de agosto de 1717 cuando procedentes de Guanabacoa, San Miguel del Padrón, Santiago de las Vegas, Bejucal y otros lugares limítrofes rodearon la antigua iglesia de Jesús del Monte. Eran cerca de quinientos hombres que portaban armas cuchillos y armas de fuego dando gritos de ¡Viva Felipe V! ¡Muera el mal gobierno. En esta ocasión sus demandas fueron aceptadas.

La segunda fue el 14 de junio 1720 en las vegas de San Antonio del Monte, donde otro grupo nutrido de vegueros se subleva por los bajos precios fijados y las condiciones de pago, quemando las casas de los campesinos favorables. Las autoridades, ya mas preparadas, reprimen con dureza las revueltas.

La tercera y mas grave se produjo a principios de febrero de 1723 y en ella los sediciosos arrancaron las cosechas en estas localidades al objeto de no dejar tabaco a veinte leguas de La Habana y no volver a sembrar por dos años para que el precio subiera. Terminó con los cuerpos de 11 ajusticiados colgando de los árboles en los caminos de las aldeas rebeldes.
Se sucederían continuos desordenes y revueltas por motivos similares, a destacarlas de 1792, 1817, 1868-1878 (Guerra de los Diez Años), y finalmente la guerra que condujo a la independencia cubana de 1898.

El canario, hermanado con el guajiro cubano, tardó poco en considerarse cubano de pura cepa. Con gran esfuerzo y tenacidad, se dedicó al trabajo de la tierra y de manera especial a los cultivos de caña de azúcar y sobre todo de tabaco. Los canarios eran excelentes agricultores, que habían aprendido el oficio en sus queridas Islas trabajando terrenos difíciles, en el fondo de barrancos, junto al agua escasa de curso libre o extraída de pozos. En definitiva que, a diferencia del emigrante catalán o asturiano, mas focalizados al comercio, el papel predominante del emigrante canario o veguero isleño fue básicamente la agricultura.

Vapor ValbaneraVapor Valbanera, protagonista de uno de los episodios más tristes de la emigración española a Cuba.

Coincidiendo con la grave y larga crisis de 1814, se produce una segunda oleada masiva de emigración. Se cree que al menos 16.000 isleños canarios emigraron a Cuba. Si el censo de 1846 recogía la presencia de 19.759 canarios en la Isla, el de 1862 los eleva a 45.814, a pesar del descenso en la corriente emigratoria de esta región a partir de mediados de siglo. Nuevamente reactivada a fines de la década de los setenta, más de 60.000 canarios emigraron hasta el inicio de la guerra de independencia cubana.

El establecimiento de fabricantes tabaqueros canarios en Cuba, los podemos encontrar por toda la isla (especialmente en la zona de Cabaiguán) registrados como propietarios de pequeñas tabaquerías, chinchales o explotaciones familiares. Hubo gran número de fábricas en la zona centro de Cuba propiedad de isleños. A título de ejemplo, citaré algunos nombres como: El Guanche, Lucumí, Teide, Dorta, Nicaper, Vargas, Bauzá o Yanes, esta última propiedad del palmero José Yanes Barreto en sociedad don Juan Bauzá Vilela, que llegó a tener hasta 400 obreros, siendo la mayor fábrica de tabaco fuera de La Habana.

Muchos emigrantes a Cuba, tanto de origen canario como asturianos como de otras regiones peninsulares, regresaron a España con objeto de seguir cosechando o elaborando tabaco y ¿donde mejor que ir, que a las islas afortunadas?. Así, procedentes de Cuba, llegaron a las Islas Canarias (Breña Alta, Breña Baja, Taburiente, El Paso, Los LLanos de Aridane, etc...) muchas personas trabajadoras, emprendedoras con semillas de excelente tabaco cubano y formación y experiencia suficiente para cultivar excelente tabaco y elaborar los puros canarios. De ese germen humano y profesional junto con la favorecedora Ley de Puertos Francos Canarios de 1852, nacería la que llegaría a ser afamada y prestigiosa Industria Tabaquera Canaria.

En la emigración canaria hay un episodio trágico protagonizado por el Vapor Valbanera perteneciente a la Naviera Pinillos, Izquierdo y Cia, que en una fatídica noche de septiembre de 1919 desapareció en aguas arribeñas. Partiendo de Barcelona, tenía previstas las escalas de  Cádiz, Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de La Palma, San Juan, La Habana, Galveston y Nueva Orleans. La historia cuenta que procedente de la península, el 19 de agosto salió definitivamente hacia América desde La Palma, con 1.230 personas a bordo, entre tripulación y pasajeros.
Aunque se cuentan diversas cosas mas o menos creíbles, lo cierto es que hace una escala no prevista en Santiago de Cuba y allí desembarca inexplicablemente a más de la mitad del pasaje, cuando la mayor parte de los pasajeros había sacado billete hasta La Habana. Como es obvio, la fortuna sonríe a estos pasajeros y les salva la vida. El Valbanera zarpó el 5 de septiembre de 1919 rumbo a La Habana y nunca mas se le vio sobre las aguas. Se fue a pique a causa de un fuerte ciclón tropical que azotaba la zona. En el desastre perecieron 488 personas, en su mayoría canarios, quedando sepultados para siempre en las turbulentas aguas del Caribe sin que se pudieran recuperar los cadáveres.

 

LOS EMIGRANTES CATALANES. LOS COMERCIANTES.
LOS PRIMEROS industriales TABAQUEROS DE CUBA

El comienzo de la emigración catalana a América tiene su principal origen en los Reales Decretos promulgados por el monarca español Carlos III a partir de 1778 que intentan liberalizar el cultivo y comercio del tabaco con el libre flujo de mercancías entre los puertos de España y las colonias. Los comerciantes más beneficiados por estas medidas fueron los catalanes, sobre todo los dedicados al tráfico de la caña de azúcar y al tabaco.
A finales del siglo XVIII, Cataluña era, junto a Cádiz, los dos principales focos comerciales del Reino de España, pero mientras que Cádiz se comportaba como un mero depósito de materiales diversos, Cataluña comerciaba con todo tipo de géneros de primera necesidad.

.Galera partiendo de puerto. Grabado antiguo. Arenys de Mar. (*31)

Son los armadores catalanes de los puertos de Arenys de Mar, Mataró, Calella, L'Escala, Canet, Malgrat, Lloret de Mar, Tossa, etc... con una forma de financiación peculiarmente catalana, mediante aportaciones de múltiples o parçoners, siguiendo la tradición marcada por el Llibre del Consolat de Mar, los que construirán bergantines, fragatas y polacras con procedimientos meramente artesanales, transmitidos de padres a hijos, y con ellos fundarán compañías que comerciarán entre Cuba y España con mercancías de todos los tipos: vino, trigo, cereales, azúcar, tabaco, etc....
Numerosos marineros y patrones de barco se prepararon para comerciar con las Américas, así, en 1786 en Arenys de Mar ya hay 54 naves registradas haciendo viajes de ida y vuelta al nuevo continente. A finales del siglo XVIII, sus cinco astilleros constituían el principal centro de constucción naval de Cataluña. En 1779 el marino Josep Baralt y Torras (1740-1829), funda en esta villa, una escuela naval que llegó a ser una de las más importantes de España. (*30), (*31)

En torno a 1830, los catalanes tenían ya acumulada una valiosa experiencia ultramarina: habían conseguido permear el anticuado sistema colonial español en América desde la época de las reformas de Carlos III, consiguiendo que sus barcos, sus hombres y sus productos cruzaran el Atlántico, y se preparaban para ocupar un lugar en el sistema colonial del diecinueve.
Las décadas centrales del siglo XIX, las mismas que asistieron a la industrialización, son las de mayor intensidad en la historia colonial de Cataluña: creció el comercio, la emigración adquirió cotas impensables para la etapa anterior, la marina de vela vivió su época dorada, y a decir de algunos contemporáneos Cuba y Puerto Rico parecían más colonias catalanas que españolas. En pocas palabras, entre las décadas 30 y 70 del siglo XIX, Cataluña se hizo con las colonias españolas de Ultramar.

A modo de una gran colonia de plantación, Cuba recibió en el periodo 1765-1817 una masiva migración de esclavos y en menor proporción de otros emigrantes blancos desde España y otros países, pero en cualquier caso insignificantes en términos globales. Esa corta llegada de europeos era lógica, pues la esclavitud que dominaba las relaciones de producción no estimulaba la demanda de mano de obra blanca, que en el caso de la mano de obra catalana estaba altamente especializada en el área mercantil.
Algunos autores hacen referencia a Miguel Ballester, conocido como uno de los más antiguos inmigrantes catalanes de Cuba, quien introdujo e instaló el primer trapiche de caña de azúcar en la isla.

Gracias al crecimiento de su econonomía productora, Cuba conoció un incremento en la demanda de artículos españoles y europeos en general. Esto favoreció el consumo, con lo cual determinados sectores como las tiendas de comercio en conocen una importante actividad y por ello los comerciantes catalanes van a dirigir sus miras a la Isla. La oferta será cubierta fundamentalmente por catalanes y en concreto en tiendas al por menor. En un país dominado por el esclavismo, esos emigrantes vinieron a ser el principal soporte de unas clases urbanas que, en ciertos casos, constituyeron un dique o barrera social entre la clase oligárquica comerciante y la masa esclava. Este hecho contribuyó de modo decisivo a la configuración especial de la sociedad cubana.
Estos emigrantes, algunos se proletizarán y otros llegarían a formar parte de la clase pudiente, pero como tónica general, se refugiaron en las actividades comerciales urbanas de tipo medio, aislados por el sistema esclavista que les limitaba las alternativas. En suma, el papel más importante a cumplir por estos emigrados catalanes y en general por los llegados de la península, fue hacer que la sociedad cubana, a pesar del dominio esclavista, no tuviese esa significación sociológica tan propia de las Antillas Francesas o de las Colonias Británicas, las cuales evolucionarán de modo muy diferente a Cuba.

Diversos testimonios cubanos, nos hablan a las claras de la dedicación mercantil de los catalanes en Cuba. Decía la condesa de Merlín:
« La clase media comerciante se compone, en su mayor parte de catalanes que, llegados sin patrimonio a la isla, acaban por hacer grandes fortunas, comienzan a prosperar por su industria y economía y acaban por apoderarse de los más hermosos patrimonios hereditarios, por el alto interés a que prestan su dinero. »

Otra referencia la tenemos en un bando del gobernador militar de Santiago de Cuba en el que se decía entre otras cosas:
« Se recuerda que los catalanes de tiendas presenten las licencias de éstas, pues hay una multitud de jóvenes forasteros catalanes, que se ignora por donde han venido. »

.Bella habilitación litográfica de la marca La Escepción de José Gener y Batet. (*29)

Ya a comienzos de la década de 1780 aparecen algunos nombres de pioneros catalanes, como Bernardino Rencurrel, explotando ingenios de azúcar junto a otros socios catalanes como Juan Conill y Pí. Rencurrel fundaría en 1810 la primera fábrica de cigarrillos de Cuba, en la calle Muralla esquina a Oficios. En aquellos tiempos sólo vendían al menudeo los establecimientos llamados tabaquerías y cigarrerías. De hecho, Rencurrel junto a otros catalanes, aparecen ya involucrados en las revueltas de vegueros de 1792. Ambos fueron miembros fundadores, en agosto de 1841, de la Asociación de Beneficencia de Naturales de Cataluña. La Beneficencia Catalana fue la única asociación de socorros mutuos en Cuba durante mucho tiempo y tuvo una gran influencia, pues los miembros más ricos de la comunidad catalana en Cuba utilizaban esta sociedad para influir en la Capitanía General. Posteriormente, otras colonias de españoles en Cuba y América Latina imitarán a la beneficencia catalana de La Habana.

Juan Conill y Pí, llegado a Cuba a finales de la década de 1820 procedente de su ciudad natal, Lloret de Mar, muy pronto funda el primer almacén de tabaco en rama de La Habana Vieja, dedicándose a la exportación de este producto. Es sin duda una figura de especial relevancia en el desarrollo de la industria tabaquera moderna en Cuba, fue un maestro en la transformación del tabaco y su elaboración, llegando a convertirse en el primer almacenista de la Isla, aprovechando la real cédula de 11 de abril de 1817 promulgada por Fernando VII por la que se derogaba el Estanco del Tabaco y que duró unos pocos años (hasta el 1824), así mantuvo importantes negocios con la Renta de Tabacos Española.
Conil, además de almacenista en rama, era propietario de fincas para cultivo de hoja de tabaco y fabricante bajo la marca Alianza, banquero, concejal del Ayuntamiento de La Habana, fundador de la refinería de petróleo de la Chorrera, y otros muchos negocios mas. Bajo su tutela y amparo, ayudó a multitud de catalanes a introducirse en el mundo de los negocios y en especial del tabaco.
Aunque la mayoría de ellos se tratarán con mayor profundidad en capítulo específico, apuntaré datos sobre algunos de ellos, los más representaivos:

Miguel Jané y Gener , oriundo de la localidad de L'Arboc, Tarragona (comarca del Penedés), fue uno de los primeros alumnos de Conill y el fundador de la fábrica La Majagua, una de las marcas mas antiguas de Cuba. José Gener y Batet , sobrino de Jané y también nacido en L'Arboc, llegó a Cuba con 13 años y guiado por su tío y el mismo Juan Conill alcanzó la gloria y la fama como uno de los tabaqueros mas prestigiosos de Cuba. Presidió en varias ocasiones la Asociación de Beneficencia de los Naturales de Cataluña. LLegó a ser la tercera fortuna de España. A su muerte los herederos venden la marca al asturiano Juan Antonio Bances.

Julián Rivas , fundador en 1840 de la tabaquería y cigarrería El Fígaro, en la calle de los Sitios esquina a Ángeles, en sociedad con José Castillo y Suárez. Finalmente Suárez se quedaría con la fábrica de tabacos y Rivas con la de cigarros, poniendo aquél como anexa a su casa la cigarrería Baco. Sabido es, aunque conviene recordarlo, que lo que nosotros en Europa conocemos como cigarro puro, o en el mundo anglosajón como "cigar", en Cuba está acreditado como un tabaco. Lo que en Europa conocemos como cigarrillo, en Cuba se entiende o conoce como un cigarro.       

Andreu Brú Punyet es otro catalán del que se tiene referencias en la década de 1840. Este adinerado empresario de origen catalán, llevaba bastantes años establecido en la isla cubana y fue uno de los primeros socios de Antonio López de Piélago y López mas conocido como Marqués de Comillas, famoso entre todos los vitolfílicos por ser el fundador en 1881 de la famosa Compañía General de Tabacos de Filipinas o C.G.T.F.
Gracias la relación de negocios mantenida con Adreu Bru conoció a su hija Luisa Bru Lassús, con la que se contraería matrimonio en 1847.

Jaime Partagas y RabellJaime Partagás y Rabell, fundador de la fábrica de Tabacos Partagás.

Jaime Partagás y Rabell. Nace el 1816 y llega a Cuba en 1831. Comienza, como otros, su aprendizaje en el mundo del tabaco de la protección de Juan Conill a los 14 años. Fue el fundador en 1845 de la famosa Real Fábrica deTabacos Partagás. Murió de un balazo disparado a traición, dicen que debido a rivalidades en el comercio del tabaco. Muy famoso y rodeado de gran polémica fue el litigio que mantuvo en 1853 Jaime Partagás con el industrial tabaquero de origen asturiano Manuel González-Carvajal, casado con la hija del también asturiano Francisco Cabañas y por entonces propietario de la afamada marca de tabaco Flor de Cabañas, ya que ambos comercializaban puros con esa marca. Jaime Partagás perdió el pleito y tuvo que cambiar de nombre su marca a la que se haría mundialmente famosa La Flor de Tabacos Partagás.

Prudencio Rabel y Pubil, uno de los mas tardíos pupilos de Juan Cunill, lo acoge en su casa recien llegado a La Habana, en 1838, con tres años de edad, procedente de su pueblo natal Caldes d'Estrach (Barcelona), cercano a Arens de Mar. Fue un gran hombre de negocios y un gran político al servicio de su patria. Ya en 1869 le encontramos dando la bienvenida al vapor España con cerca de 1.000 voluntarios del batallón de catalanes para apaciguar las primeras revueltas de cariz independentistas en la Isla, cuando ya era propietario de marcas de tabacos puros afamadas como La Hidalguía y El Fénix. Llegaría a controlar las emblemáticas marcas La Honradez, del mítico tabaquero Luis Sussini y en 1900, Romeo y Julieta fundada por los asturianos Inocencio Álvarez y Manín García.

Su último pupilo fue el asturiano Anselmo González del Valle y Fernández que, como se verá en el apartado de los tabaqueros de esa procedencia, fue uno de los asturianos que tomó el relevo a los pioneros tabaqueros catalanes. Sus comienzos fueron en la compra de hoja de tabaco a los vegueros y su venta en la Habana. Allá por el año 1843 era ya propietario de la marca La Integridad, pero su ascenso fulgurante fue con su matrimonio con la hija y heredera de las marcas de Manuel González-Carvajal y Francisco Álvarez Cabañas. Aquí vemos claramente cómo los enlaces matrimoniales, las alianzas estratégicas y los acuerdos de negocios entre industriales tabaqueros estaba a la orden del día, componiendo un complicado entramado de influencias, pactos y alianzas mas o menos ocultas que no tenían otro objeto la toma de posición y de control sobre el pujante mercado del tabaco cubano.

Vitolas del Marqués de Rabell Antiguas vitolas de la marca Marqués de Rabel (*29)

Casi es obvio afirmar que el poder económico de los comerciantes, industriales y banqueros catalanes en la segunda mitad del siglo XIX alcanzó una posición privilegiada en la sociedad colonial cubana en el centro y occidente de la Isla, a pesar de que de la minoritaria composición regional de la inmigración catalana en esas zonas fuera tan sólo del orden del 10%. Las grandes fortunas acumuladas en Cuba permitieron la creación de una aristocracia catalana con títulos nobiliarios españoles famosos como: el Conde de Güell (Juan Güell y Ferrer),el Marqués de Santa Rita (José Baró Blanxart) y el Marqués de Comillas (Antonio López), que aunque nacido en Cantabria y sintiéndose siempre cántabro, casó con una catalana y mantuvo muchas de sus relaciones comerciales con catalanes.
El dominio catalán en la industria del tabaco cubano, tuvo otros nombres menos conocidos poero también muy importantes, como los Pla, Gresa, Reig, Bauza, Carbonell, Guilló, Garriga, Rosell, Figueras, Balcells, Massana, etc. La mayoría de ese potencial quedaría eclipsado desde mediados del siglo XIX por la irrupción de los empresarios asturianos que, como veremos a continuación, elevarían al tabaco cubano y a sus marcas al mayor prestigio y reconocimiento jamás conocido.

 

LOS EMIGRANTES asturianos TOMAN EL RELEVO DE LOS CATALANES.

La Habana, Paseo de Isabel II
Isla de Cuba pintoresca Bellas vistas de la Habana en 1850. Litografías del album Isla de Cuba pintoresca. Autor: Federico Mialhe. (*28)

Es innegable que desde 1800 hasta mediados del siglo XIX, fueron principalmente los catalanes los que controlaron la hoja del tabaco, las vegas y las fábricas más importantes de tabacos torcidos,
cigarrillos y los entramados de la compra-venta y de la hoja de la solanácea, en Cuba, pero a partir de la

En general, los asturianos emigrantes a América, al igual que los catalanes, no trabajaban en el campo, ya que la mayoría se dedicaba al comercio, también lo hacían en sectores industriales como el textil, el siderúrgico, en los negocios cubanos del tabaco y el azúcar o en explotaciones mineras. Las condiciones laborales eran muy duras. Solían empezar de aprendiz en el establecimiento, que no era otra cosa que el chico para todo conocido como cañonero, ya que estos jóvenes tenían que salir como una bala de cañón en cuanto recibían una orden de su jefe o superior. Trabajaban en jornadas laborales larguísimas, solo por la manutención y el alojamiento.

El flujo migratorio asturiano a Cuba, junto con el gallego, fue en aumento a lo largo del siglo XIX, especialmente en su segunda mitad, mientras que simultáneamente se producía un descenso progresivo de la emigración procedente de otras regiones, como catalanes y canarios. Dicha tendencia ascendente de la emigración asturiana a la Isla no se interrumpe con la independencia de ésta sino que, como contábamos con algo mas de detalle en la introducción, después del final de la Guerra de Independencia de Cuba (1898) y una vez firmado el tratado de Paz de París, se dan una serie de circunstancias favorables que propician la llegada a los puertos cubanos de decenas de miles de inmigrantes procedentes de España y muy especialmente de gallegos y asturianos, alcanzando su mayor nivel en las primeras décadas del siglo XX. Aunque llegaron a poblar todo el país, sus asentamientos principales están hoy en las zonas urbanas de la región centro-occidental, siendo las ciudades de su influencia: Cienfuegos, Cárdenas, Santa Clara, Pinar del Río, Colón y, especialmente, La Habana.
La colonia asturiana de Cuba reunió el mayor número de asturianos fuera de Asturias consiguiendo una organización social, política y económica muy poderosa, como expresan las profusas y eficaces redes familiares y de paisanaje, las cuales dieron lugar a instituciones tan emblemáticas como El Centro Asturiano de La Habana, La Caja de Ahorros adscrita al centro y la Quinta de Salud Covadonga, entre otras.

.Comercio asturiano en La Habana.

Es de señalar la notable contribución realizada por los asturianos emigrantes al mundo del arte, la cultura, la industria e incluso la ciencia: Alfonso Camín, Constantino Cabal, Antonio Ortega, Atanasio y Nicolás Rivero (periodismo), Luis Fernández Álvarez, Walter Clement Álvarez, Luis W. Álvarez (ciencia) y por supuesto los grandes industriales tabaqueros de los que hablaremos más adelante, aunque en realidad los triunfadores fueron muy pocos, pues la gran mayoría fracasó en su aventura de la emigración. Son los llamados coloquialmente los americanos del pote que apenas lograron unos pocos ahorros para poder para regresar a España y poco más. En ocasiones, el gobierno o español se vio obligado a repartir los llamados medios pasajes para que algunos emigrantes volviesen a su Tierra.

Para paliar en parte la delicada situación personal o familiar de tantos emigrantes aparecen las llamadas sociedades de beneficencia. Así, el 8 de septiembre de 1877, con el mecenazgo del asturiano Leopoldo González-Carvajal y Zaldúa, se funda la primera figura asociativa de carácter asistencial, siguiendo el modelo catalán, la Sociedad Asturiana de Beneficencia, que tuvo como primera junta directiva a los tabaqueros asturianos Julián Álvarez Granda y Juan Antonio Bances Álvarez.
El 15 de marzo de 1897 se inaugura la Casa de Salud Covadonga, en terrenos adquiridos a tal efecto por el tabaquero asturiano Manuel Valle y Fernández. Dicho centro se convertiría, en la década de 1920, en una verdadera ciudad hospitalaria con más de treinta instalaciones médicas. Contaba con una Escuela de Enfermeros supervisada por la Facultad de Medicina y Farmacia de la Universidad de La Habana, así como un hogar-asilo para asociados enfermos. En la actualidad es el Hospital Docente Dr. Salvador Allende.

Centro Asturiano de la Habana

El 2 de mayo de 1886, en los salones de la Sociedad Coral Asturiana, por el impulso de medio centenar de inmigrantes asturianos, en su mayoría trabajadores pertenecientes a la industria tabaquera, se fundó lo que llegaría a ser el orgullo de toda la comunidad, El Centro Asturiano de La Habana, que teniendo como patrón la Sociedad Asturiana de Beneficencia, nació con el objetivo de mantener el recuerdo de su lugar de origen y reforzar los lazos entre aquellos que compartían una misma procedencia, así como para procurar atención sanitaria, formación y ocio a todos los asturianos y sus descendientes de cualquier clase y condición. Entre 1900-1917 el Centro Asturiano constituye 60 delegaciones en Cuba y dos en Florida (Tampa y Key West).
.
En 1887, rodeado de bastante polémica, adquieren el inmueble donde tenía su razón social el antiguo Casino Español de la Habana para ubicar la primera de sus sedes, si bien su utilización como sede social del Centro Asturiano no pudo materializarse hasta 1891. El acaudalado industrial tabaquero asturiano Manuel Valle Fernández fue su primer presidente y principal valedor.
El 24 de octubre de 1918 el edificio, ya bastante antiguo, queda arrasado por un incendio. Es sustituido por el Palacio del Centro Asturiano de La Habana, uno de los edificios más suntuosos de La Habana, obra del famoso arquitecto cubano residente en Gijón Manuel del Busto. Costeado por los emigrantes con mayor poder económico, y en menor medida con el aporte de decenas de miles de afiliados, fue inaugurado el 29 de noviembre de 1927.

La mayoría de los asturianos emigrantes a Cuba en el primer tercio del siglo XIX se inclinaron por trabajar en el comercio, pues en muchos casos contaban con parientes o protectores relacionados con esa actividad, no obstante una de las profesiones u oficios mas propicios para integrarse rápidamente y hacer fortuna eran los relacionados con la producción industrial de tabaco. Incluso, algunos de estos asturianos fabricantes de tabaco fueron inicialmente comerciantes o prestamistas de los agricultores pequeños o productores urbanos, para acabar muchas veces despojándolos de su propiedad por impago de deudas.

Según avanzaba el siglo, los asturianos van haciéndose paulatinamente con los negocios tabaqueros que hasta entonces monopolizaban los catalanes, como hemos visto anteriormente. Serían hombres de esta región de España los que finalmente triunfarían y llegarían a ser los propietarios de las mas famosas y prestigiosas fábricas y marcas de cigarros puros de Cuba.
Apuntemos a continuación algunos datos sobre los tabaqueros asturianos más relevantes, como anticipo a una descripción detallada, que encontrará ordenada alfabéticamente en el capítulo: Grandes Tabaqueros. Relación de fabricantes y sus marcas:

Juan Antonio BancesRetrato del banquero y tabaquero José Antonio Bances Álvarez. (*18)

El concejo de Candamo, en el curso bajo del río Nalón, fue una de las zonas de mayor emigración asturiana a Cuba y contó, como veremos, con nombres de gran relevancia en la industria del tabaco. En concreto, uno de sus pueblos mas importantes, San Román de Candamo, fue la cuna de tres vecinos asturianos: Juan Antonio Bances y Álvarez , Julián Álvarez Granda y Manuel Valle Fernández , de los que haré a continuación una breve reseña o introducción, para hablar de ellos, de su vida y de sus marcas en el capítulo correspondiente. La emigración de este concejo, fue de gran importancia en el mundo del tabaco. Estos apellidos junto con los Murias, Menéndez, etc. todos ellos asturianos y naturales de este concejo o concejos próximos, se asentaron en Cuba y fundaron importantes fábricas de tabaco cuyas labores alcanzaron reconocida fama mundial.
Nota.- El apellido Murías está extendido por varias comarcas de las provincias de Asturias, León y Galicia. Es por ello que no deberemos confundir las distintas familias de tabaqueros con el mismo apellido Murías. Así tenemos el gallego Pedro Murías, dueño de la marca La Devesa de Murías, entre otras y los asturianos, también del concejo de Candamo, Eduardo Suárez Murías, dueño de la marca La Radiante y José Suárez Murías con su marca La Flor de J.S. Murías.

Juan Antonio Bances Álvarez fue uno de los personajes mas influyentes en el panorama económico de Cuba del siglo XIX. Según algunas fuentes de información consultadas (*9) era banquero de profesión, actividad que simultaneó con eficiencia e inteligencia con la de industrial tabaquero. De este modo, la casa bancaria de Bances y Cia. fundada en 1853 aparece al poco tiempo como la primera en realizar masivamente remesas de dinero de los emigrantes asturianos en Cuba. Sin grandes conocimientos técnicos sobre el tabaco pero con gran capacidad comercial en 1865 aparecía como uno de los principales fabricantes de tabaco de la Isla, con una producción anual de 13 millones de puros. Los grandes beneficios logrados le permitieron en 1876 adquirir la prestigiosa fábrica de tabacos de PARTAGÁS Y CÍA. al catalán Don Jaime Rabel. En 1888 la fábrica y las vegas de tabaco que poseía la firma fueron vendidas a un sindicato inglés domiciliado en Londres. En el año 1900, la marca Partagás fue vendida a la familia Cifuentes, de Cifuentes y Cía, ya que Juan A. Bances por aquella época atravesaba serias dificultades económicas.

Calixto LópezRetrato del tabaquero asturiano Calixto López.

Julián Álvarez Granda. A diferencia de Bances, que no era tabaquero, Julián comenzó muy joven su aprendizaje de torcedor, asimilando las distintas técnicas tabaqueras. Así fue recorriendo las diferentes secciones que una fábrica de tabaco necesita para elaborar los cigarros puros. Incansable trabajador, alcanzó un gran prestigio llegando a ocupar uno de los puestos relevantes en la fábrica donde aprendió el oficio. También vecino de San Román y por tanto amigo de Juan Antonio Bances, trabajan codo a codo para planificar sus estrategias comerciales, que estarían centradas en el mundo del tabaco.
Su amigo Juan Antonio contaba con él y lo consideraba como la persona idónea para responsabilizarle de la dirección técnica de nueva fábrica que siempre constituyó el sueño de Julián Álvarez. Su sueño se cumplió el año 1850 cuando Álvarez Granda y Bances, ambos españoles y asturianos, establecen la fabrica de tabacos HENRY CLAY, en la calle Aguacate, 98 de La Habana (Cuba), que llegaría a convertirse en una de las mas prestigiosas marcas de tabacos conocidas.

Calixto López, asturiano natural de Piñera-Cudillero (Asturias) y hombre de gran competencia. En la Cuba de principios del siglo XX fue considerado el decano de los fabricantes de tabaco de La Habana. En 1887 entra a formar parte de la firma que dirigía Francisco G. Bances, fundadora, en el año 1863, de la fabrica Lo Mejor y propietaria de marcas tan prestigiosas como El Edén y Los Reyes de España. ópez muere el 21 de octubre de 1911. La fábrica continua bajo la dirección de la sociedad por él fundada hasta que Cesáreo Díaz ocupa la gerencia en 1919 pero ya subordinado al control del trust americano Preferred Havano Tobacco Co.

Manuel Valle Fernández nació en San Tirso de Candamo. LLegó a la isla a la corta edad de 6 años y cuando tan sólo contaba 20 fundó la marca LA FLOR DE CUBA, que sería con el paso del tiempo una de las más importantes fábricas de la Isla de Cuba. También compró otra mítica marca a la familia Murías, LA FLOR DE MURIAS. Su principal actividad fue el tabaco, llegando a ser uno de los más poderosas fortunas de La Habana. A su muerte, acaecida en el año 1897, toma el mando su viuda, Concepción Heres como heredera, que en 1899 traspasa su propiedad a Havana Comercial Co. perdiendo, como tantas otras, su calidad de fábrica independiente y vinculándose a las trust norteamericanos e ingleses que poco a poco se adueñarían de multitud de marcas cubanas.
El vergantín HabanaEl bergantín Habana con base en Ribadesella, que hizo la ruta a Cuba entre los años 1862 y 1875.

Ramón Cifuentes Llano. Este asturiano es considerado por todos como un mito y una figura irrepetible por convertir la Real Fábrica de Tabacos de Partagás y Cía en una auténtica leyenda en el mundo del tabaco. Nació en 1864, en San Salvador de Moro (Ribadesella), y de allí partía con regularidad el famoso bergantín de La Habana con el que Ramón soñaba viajar algún día. Sus sueños se cumplieron el 3 de diciembre de 1871, a los 17 años, que embarcaría con destino a la Isla de Cuba.
Como otros muchos emigrantes, empieza trabajando de empleado, llegando pronto a ser el principal gerente de la fábrica de tabacos Partagás. Buen amigo de Juan Antonio Bances, cuando éste, en 1887, gana los interminables litigios con los descendientes de Jaime Partagás Rabell, le facilita la compra de la fábrica de tabacos de Partagás.
Tuvo dos socios de gran valía, que influyeron decisivamente en la marcha de la compañía:
Antonio Fernández
, amigo y paisano de Ramón, que en el año 1900 forma junto a Ramón Cifuentes Llano la sociedad, Cifuentes, Fernández y Ca.
Francisco Pego Pita, apodado familiarmente como Pancho, hombre afable y jovial, amigo de la familia y hombre de confianza de Ramón. Desde el año 1914, este último figuró con carácter definitivo como propietario, en sociedad con su amigo Ramón Cifuentes Llano.
A su regreso a España, interviene en política como jefe del partido conservador local y alcalde de Ribadesella de 1914 a 1918. Falleció el 22 de abril de 1938, a los ochenta y cuatro años de edad, delegando la dirección de la empresa en sus tres hijos.

Don Pepin, LitografíaLitografía con el retrato de José Rodríguez Fernández (Don Pepín). (*29)

José Rodríguez Fernández, Don Pepín. Nace el 4 de mayo de 1866 en la parroquia asturiana de Santa Eulalia de Colloto, perteneciente al concejo de Oviedo. A los nueve años de edad viaja a La Habana, reclamado por su tío Antonio Fernández Roces, que lo acoge en el seno de su familia. Aprende el oficio de la mano de su tío y llega a ser directivo de la prestigiosa firma Hija de Cabañas y Carvajal. En 1903, compra a Prudencio Rabel la mítica marca Romeo y Julieta, fundada por los también asturianos Incencio Álvarez y Manín García. Con la entrada de Pepín, como le llamaban cariñosamente sus amigos, y gracias a sus profundo conocimiento del mundo del tabaco y sus grandes dotes para el comercio y la propaganda, comienza el verdadero florecimiento de la firma Romeo y Julieta.
Fue uno de los últimos supervivientes de la edad de oro de la industria tabaquera cubana y mantuvo la fábrica con carácter independiente cuando en Cuba, en el entorno del tabaco, muchas de las marcas se rindieron ante los dólares que ofrecían  los grandes trusts o monopolios norteamericanos, principalmente por la buena gestión y preparación que poseía el prestigioso industrial tabaquero Don Gustavo Bock, delegado por esos grupos económicos de presión, en clara apuesta para dominar el mercado cubano.
Don Pepín falleció el 4 de octubre de 1954, a los ochenta y ocho años de edad, tras pasar diez años de estancia en la Clínica del Sagrado Corazón  de La Habana, soportando resignadamente una cruel enfermedad.

Juan Cueto Collado nació el 7 de diciembre de 1847 en la pequeña aldea de Naves, concejo asturiano de Llanes. LLega también muy joven a Cuba donde se dedica a trabajos humildes dentro de la pujante industria del tabaco. Su trayectoria corre pareja a la de otros emigrantes españoles, es decir, labrarse el futuro a base de ingenio y altas dosis de trabajo y constancia. Al final, llega el tan esperado éxito y la proyección social.

Juan CuetoAntigua vitola de los fabricantes Juan Cueto y Hno. con el retrato del tabaquero Juan Cueto Collado. (*29)

A los 18 años ya trabajaba como chinchalero. Muy pronto la calidad de sus tabacos era bien conocida en La Habana. Posteriormente usó ese prestigio tan dignamente ganado fundando en 1868 su marca mas conocida, LA FLOR DE NAVES, en claro homenaje a su aldea natal, Naves. Poco tiempo después registra en sociedad con uno de sus hermanos, Ramón, su otra marca mas famosa denominada JUAN CUETO Y HERMANO.
Cueto tuvo una gran importancia en el desarrollo de la industria tabaquera cubana, pues fue un reconocido experto torcedor de cigarros, siendo aclamados sus tabacos como auténticas obras de arte. En 1882 se incorpora a la sociedad otro paisanu, Juan Obeso Carriles, que perduraría hasta el fallecimiento de Juan Cueto, en 1896. Como sucedió con otras muchas empresas tabaqueras en Cuba, la compañía es comprada en 1898 por los trusts norteamericanos que, en un principio mantienen la marca, pero posteriormente desaparece como tal.

La familia Piedra, también de origen asturiano, llegó a Cuba a finales del siglo XIX, se establecieron en Santa Clara, zona tabaquera llamada Vuelta Abajo o Remedios y en 1880 los hermanos Vicente y José Luis Piedra Sánchezy fundaron su fábrica en la calle Máximo Gómez, 5 de Remedios. Dicha fábrica era conocida con el nombre de Piedra. En 1882, a la muerte de Vicente Piedra, José Luis asume el control de la fábrica.
En algún momento de la década de 1930, Jose L. (Lamadrid) Piedra inscribe oficialmente su marca principal José L. Piedra en el registro.

Pero quizás sea la poderosa saga de los Cabañas y González-Carvajal la más apasionante historia que podamos encontrar sobre empresarios tabaqueros. Manuel González-Carvajal Fernández de la Buria, natural de Soto del Barco, concejo de Pravia (Asturias), llegó muy joven a La Habana. Conoce al propietario de aquél primer taller registrado legalmente en 1818 por el habanero de Pinar del Río, quizás de origen astur, que no es otro que el mítico Francisco Álvarez Cabañas. Muy pronto establece prósperas relaciones con él que fructifican con la creación de una sociedad mercantil para la explotación de tabacos, delegando en el asturiano el negocio y arrendándole la fábrica. Casa casa con la hija de Don Francisco, Dª María Jesús Álvarez Pérez Cabañas, y a su muerte la fábrica pasa legalmente a la propiedad del matrimonio. El 14 de agosto de 1848 se funda la mítica marca Hija de Cabañas y Carvajal. Fue muy popular el desagradable litigio que tuvo que librar contra el catalán Jaime Partagás y Rabell, por usar la marca de La Flor de Cabañas, denominación que coincidía con una de las marcas bandera de Don Francisco Cabañas.
Se sucederán matrimonios de conveniencia, alianzas familiares, pactos, asociaciones de intereses, etc. La saga crece y se hace poderosa. En 1851, consecuencia de una de estas alianzas, Dª María de Jesús de la Merced, hija de Manuel Cabañas, contrae matrimonio con el también tabaquero asturiano ovetense, Anselmo González del Valle y Fernández, que por entonces ya era propietario de la marca La Integridad y cabeza visible de otra importante saga: los Fernández-Roces.
En 1868, se produce otro casamiento estratégico de gran relevancia, esta vez entre dos primos carnales: María del Carmen González-Carbajal Álvarez y Leopoldo González-Carvajal y Zaldúa, ella era hija de Manuel González-Carvajal y él era hijo de Calixto González-Carvajal (ambos hermanos). Leopoldo emigra a La Habana muy joven, donde le recibiría su tío Don Manuel González-Carvajal y muy pronto formarán una sociedad mercantil para registrar y explotar varias marcas de tabacos.
En 1876 muere Anselmo González del Valle, aún joven, y su cuñado Leopoldo toma en cierta forma el protagonismo de los negocios de la familia, pasando a administrar las fábricas y marcas de los distintos familiares y desplegando una intensa actividad política, social y económica. En 1885 se le concede el título de Marqués de Pinar del Río y mas tarde a su esposa María del Carmen el título de Marquesa de Avilés. Leopoldo siempre tuvo la gran habilidad de adaptarse a las convulsiones de Cuba de finales del siglo XIX.

LOS EMIGRANTES GALLEGOS.
Dejando a un lado a Cristóbal Colón, se ha dicho que el verdadero descubridor de Cuba fue el gallego Sebastián de Ocampo, quién en 1509 recorrió la isla. Hacia la mitad del siglo XIX la presencia gallega se hizo masiva en Cuba, y aunque muchos regresaron portando nuevas ideas, otros permanecieron formando familias mestizas, de varón español y mujer nativa.
Centro Gallego de la HabanaCentro Gallego de la Habana. Antigua tarjeta postal.

Los gallegos se asentaron en Cuba y crearon una gran infraestructura socio-cultural, siendo el mayor de sus símbolos el Centro Gallego de La Habana, creado el 23 de noviembre de 1879, para asegurar a sus asociados asistencia sanitaria, contribuir al realce y prosperidad de la cultura del país natal y fomentar la unión de los hijos de Galicia y de sus descendientes, además de proporcionar ayuda a los inmigrantes gallegos. Defenderán su propia lengua, sus expresiones artísticas y musicales, y aunque la asistencia sanitaria y la enseñanza eran tareas prioritarias, también jugaron un papel importante otras actividades encaminadas a conservar la conexión con la tierra de origen, como las giras campestres, los bailes y fiestas con comidas de las regiones correspondientes, las veladas artísticas, las estudiantinas, los coros..., eran frecuentes en todos los centros.
Sus primeros pasos los dieron un pequeño grupo de compatriotas que se reunían en el Teatro Tacón, luego Teatro Nacional, propiedad del Centro. Al primer año de vida contaba con 700 asociados, cifra que se sostuvo, con pequeña variación durante los primeros cinco años, tiempo en el que el centro estuvo dedicado a Recreo e Instrucción únicamente.
Las constantes peticiones de los asociados de un servicio de asistencia sanitaria, hizo que el año 1885 se llevara a la práctica esta medida: primero utilizando varias quintas existentes y después en La Benéfica, propiedad de la sociedad. A partir de ese momento, el número de asociados crece rápidamente llegando a tener tener hasta 53 delegaciones en la isla y más de 50.000 socios en 1920.

El 31 de diciembre de 1871, los gallegos emigrados a Cuba fundan la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Galicia, siguiendo la estela de los emigrantes catalanes, que ya en 1841 habían fundado la Asociación de Beneficencia de Naturales de Cataluña. Su primera sede estable fue en los locales del Casino Español de La Habana.
El 24 de octubre de 1886, en el local de la Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana y bajo la presidencia de Manuel Curros Enríquez, un grupo de socios funda la asociación Aires d'a Miña Terra, con el objetivo de "proporcionar asistencia sanitaria a la mujer y al niño”.

Una significativa obra de carácter nacional e internacional fue la edificación del nuevo Palacio Social, frente al Parque Central de La Habana, que incluyó un gran teatro conocido en la actualidad con el nombre de Gran Teatro de La Habana. Más tarde, un grupo de jóvenes gallegos fundó en 1920 la Agrupación Artística Gallega.

Francisco-Pego-en-PartagasFrancisco Pego Pita, trabajando en su despacho de la fábrica de Tabacos Partagás.

Hubo muchas y muy destacadas personalidades gallegas en Cuba, pero son de señalar en el siglo XIX a Ramón de la Sagra (1798-1871), que fue director del primer Jardín Botánico y autor de la obra sobre Historia Económico-política y Estadística de la Isla de Cuba, y a Bartolomé José Crespo y Borbón (1811-1871), periodista y dramaturgo, que aportó su humor al teatro cubano y a la obra literaria de Xoce Neira Vilas.

Entre los tabaqueros más relevantes, citaré algunos a título de ejemplo:

Ignacio Larrañaga (Ambrosio según otras fuentes) fue el fundador de la marca Por Larrañaga en 1834, español de origen gallego que habría llegado a La Habana en 1825. Se trata de la segunda marca de cigarros más antigua de Cuba, después de Cabañas, de Francisco Álvarez Cabañas, fundada en 1797.

Francisco Pego Pita, socio del ilustre tabaquero Ramón Cifuentes LLano, hombre afable y jovial y amigo de la familia, era apodado familiarmente como Pancho. Desde el año 1914 figuró con carácter definitivo como propietario, en sociedad con el asturiano Ramón Cifuentes. Le podemos ver en la foto de la izquierda, trabajando en su despacho de la fábrica de Partagás.

Antonino Caruncho, tabaquero coruñés pionero entre los gallegos fabricantes de cigarros habanos en Cuba y famoso por su marca La Intimidad.

Antonio Villamil y Colmenares, natural de Vilameá (Pontenova) alcanzó altas cuotas en el mercado de cigarros puros cubanos, disfrutando de una posición relevante en la sociedad habanera, además de ser un prestigioso miembro de la colonia gallega. Fue propietario de las marcas La Flor del Habano y La Moda.

Pedro Moreda Deben, propietario de marcas como La Imparcialidad, Flor de Moreda o la prestigiosa y antigua marca La Diligencia.

Francisco E. Fonseca. Nacido en 1868 en Cuba (Manzanillo) en el seno de una familia de origen gallego. En 1892 abrió su fábrica de cigarros en la calle Dragones de La Habana, registrando en 1907 su marca principal, Fonseca. Contó con otra fábrica en Nueva York (169 de Front Street) donde tuvo su residencia, lo cual no le impidió viajar regularmente a Cuba para supervisar su fábrica de tabaco, "FE Fonseca. Fábrica de Tabacos y Cigarros. Falleció en 1929, continuando la actividad de la marca su esposa Teresa Boetticher mediante la fusión con las marcas Castañeda y Montero. (*33).

Heraclio Tarms y Vargas de Machuca, nacido en México en 1841 pero gallego de procedencia, a quien se debe el nombre de uno de los cigarros más populares, los famosos Farias, que durante casi un siglo se elaboraron en la Factoría Coruñesa. Vendidos en todo el mundo, fue la única marca de Tabacalera que rebasó en 1989 la condición de centenaria. Los Farias son puros confeccionados con picadura de fibra, sustituyendo a las hojas de tabaco torcido. La primera fábrica que los confeccionó fue la de Bilbao en 1889. En 1890 comienza su producción en La Coruña, dejándose de fabricar en 1989.

Pedro Murias Rodríguez nació en 1840 en la parroquia de La Devesa (Ribadeo). Procedente de una familia de labradores, emigró muy joven a Cuba, en 1856. Allí, entra en contacto con el pujante mundo del tabaco y se inicia en el aprendizaje del oficio de torcedor de tabacos o cigarros puros. A comienzos de la década de 1870 adquirió su primera fábrica, creando después otras marcas, empresas, factorías... entre las que destacaron La Meridiana, La Flor de Pedro Murias y La Devesa, en clara referencia y homenaje a su pueblo natal. Una de sus mayores inquietudes fue siempre la educación de la gente más joven, motivo por el que dejó en su testamento la cantidad de tres millones de pesetas para la construcción de la Granja Escuela de Vilaframil, que hoy lleva su nombre.
Los hermanos Pita, Alfredo Nogueira con marcas como El Veguero, Silvana o Printz Heinrich, entre otras, Benito Couto Pulido, propietario de la marca de cigarrillos Niña Ana en Cienfuegos, Ramón Prieto Murias con su marca La Manteiga, Felix Murias, fundador en 1881 de la marca La Devesa, posteriormente adquirida por Pedro Murias, y un largo etcétera.

 

Palacio-Duques-SantoñaUna de las salas del palacio del Marqués de Santoña, antiguo Palacio de Goyeneche comprado por Manzanedo en 1874. Actualmente es la sede de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid. Vapor correo A.LopezPropaganda del Vapor Correo Antonio López, de la Compañía Trasatlántica, una de sus empresas.

LOS EMIGRANTES CÁNTABROS.

Juan Manuel de Dios Manzanedo y González , primer duque de Santoña y primer marqués de Manzanedo, nace el 8 de marzo de 1803 en la localidad cántabra de Santoña. Muy joven emigra a Cuba y trabaja durante once años como empleado en un comercio de un primo suyo. Al cabo de este tiempo se establece por su cuenta y trabaja en distintos negocios: el tabaco, la caña de azúcar, compra-venta de esclavos, negocios bancarios, etc... poniendo de relevancia su gran visión empresarial, talento para el comercio y capacidad de trabajo.
En poco tiempo llegó a ser un gran hombre de negocios, regresando a España como poseedor de una enorme fortuna.
En realidad gran parte de su fortuna se debió a su actividad desde al año 1845 como importador de tabaco desde Cuba. Durante mucho tiempo fueron los principales dueños de las contratas de tabaco, por ejemplo en 1847 consta una de las mas importantes de todo el siglo XIX con un volumen de 30.000 millones de cigarros puros (*10). Viajó incansablemente por toda Europa y América y se puede decir que no hubo sector empresarial en el que no participara. También participa activamente en la política española. Residía en Madrid, en su palacio de la calle del Príncipe, pero nunca se olvidó de su Cantabria natal, buena prueba de ello es la construcción del Colegio de San Juan Bautista y el Hospital de Sta. María del Puerto.
Cuentan de él que compró el título de marqués y que al no ser de cuna noble no querían aceptarle en los exclusivos salones y círculos de la nobleza madrileña, por lo que mandó embellecer su palacio recién adquirido e invitó a la fiesta de su inauguración al mismo monarca Alfonso XII, que aceptó encantado. A partir de este momento la vieja nobleza madrileña se rindió a sus pies.
Fallece, en 1882, en su ciudad natal de Santoña, poseedor de un gran prestigio y fortuna personal.

Antonio López de Piélago López , primer marqués de Comillas fue un cántabro visionario y emprendedor que lograría una de las mayores fortunas de España en la segunda mitad del siglo XIX. Fue una figura de primera magnitud en las finanzas del siglo XIX que rompió todos los moldes.
Una vez fallecido, creció la leyenda negra en torno a su persona, fomentada en buena medida por el odio activista de un cuñado suyo, que pretendió envilecer su biografía atribuyendo a la trata de esclavos el despegue inicial de sus negocios navieros caribeños.
Antonio López nació en Comillas (Cantabria) el 13 de abril de 1817 en el seno de una familia humilde. Huérfano de padre y maravillado por las historias de éxito de otros emigrantes, decide muy joven emprender viaje a Cuba y probar allí fortuna (algunas fuentes dicen que huyendo de la justicia).

Vapores FilipinasAntigua postal con vapores que hacían la travesía a Filipinas.

Después de múltiples negocios, con distinta suerte, decide unirse a Andreu Bru Punyet, adinerado comerciante de origen catalán que llevaba bastantes años establecido en la isla cubana y finalmente en 1847 termina casándose con su hija Luisa Bru Lassús.
A partir de ese momento sus negocios se multiplican y aumenta su fortuna sin parar. Funda compañías como la Compañía Trasatlántica, el Banco Hispano-Colonial y sobre todo la que nos interesa, la Compañía General de Tabacos de Filipinas, que sería un modelo de productividad. Colaboró económicamente en todo momento con el gobierno español y gracias a ello el rey Alfonso XII le otorgó la condecoración de la Cruz de Isabel la Católica y posteriormente, en 1878, Alfonso XIII le otorgaría el titulo de Marqués de Comillas, falleciendo en Barcelona en 1883.
A su muerte, su hijo menor Claudio López de Piélago y Bru, segundo marqués de Comillas, heredaría todo su patrimonio.

 

EMIGRANTES de otras nacionalidades.

Como ya hemos visto, el grueso de la emigración a Cuba fue de origen español, pero no podemos olvidarnos de los emigrantes que llegaron a la Isla cubana desde otros países y nacionalidades como Alemania, EEUU, etc... y triunfaron como no podía ser menos, ya que el auge del tabaco y su industria era imparable y Cuba ofrecía enormes posibilidades a cualquier persona emprendedora y laboriosa, sin distinción de orígenes.

Hermann D. UpmannHermann Dietich Upmann, fundador en 1844 de la famosa marca H. Upmann (*wikip.)

Ejemplo de esta emigración a Cuba fueron los hermanos Herman y August Hupmann, que llegados a Cuba en 1843 procedentes de su localidad natal, Bremen (hoy Alemania y entonces ciudad libre), inauguraron el 1 de mayo en 1844 un pequeño taller de tabaquería en La Habana bajo la denominación de H. UPMANN, que en poco tiempo llegó a alcanzar gran prestigio internacional basado en la continua mejora de la calidad y la presentación de sus productos. Así comienza la historia de una mítica fábrica, llena de acontecimientos, vicisitudes y peripecias que conforman una bonita historia, representativa por otra parte de la industria tabaquera cubana en un momento de gran auge y competencia del tabaco en todo el mundo, pero sobre todo en la cuna del mejor tabaco del mundo (Cuba). Posteriormente la sociedad Menéndez, García y Cía, tomaría el relevo registrando la marca Montecristo, que llegaría a ser mundialmente famosa hasta nuestros días. Ambas ocupan sin duda un lugar preminente en la historia de la industria tabaquera cubana.

Otro relevante inmigrante venido de ese gran pais que es Alemania (Hamburgo), es Gustavo Bock, que trabaja en un taller como torcedor de tabaco durante un tiempo y pronto pone taller propio para registrar en 1864 la que llegará a convertirse en su emblemática marca El Águila de Oro. A base de trabajo y mejora continua, la fábrica llegó a alcanzar un gran prestigio, aunque cuando realmente consiguió el definitivo despegue es a partir de 1888, cuando un consorcio inglés con sede en Londres absorbe la marca-fábrica Águila de Oro fusionandose con la mítica fábrica Henry Clay, propiedad en aquellos momentos de los sucesores de Julián Álvarez. Se crea entonces la poderosa asociación industrial Henry Clay and Bock & Co. Ltd con Bock a la cabeza de la empresa.

Gustavo BockRetrato de Gustavo Bock

Finalizada la Guerra Cubana en 1898, y aprovechándose de la nueva situación política en la isla, el capital anglosajón entra en liza y Bock es contratado por uno de estos trust financieros para dirigir una empresa dedicada a adquirir las más prestigiosas marcas de cigarros cubanas. Así, en pocos años la empresa que dirigía Bock llega a tener un elenco de marcas cubanas tan prestigiosas como: Hija de Cabañas y Carvajal, La Corona, La Legitimidad, etc....
Gustavo Bock se vió forzado a llevar a cabo unas medidas de cierre de factorías tabaqueras y de concentración de la producción en unas pocas fábricas, que fueron muy antipopulares e hizo que Bock perdiera el prestigio ganado en tantos años. El 15 de febrero de 1910, fallece a los 74 años, ya retirado de los negocios.

Finalmente citaré otro ejemplo notable de tabaquero de origen alemán, en este caso se desconoce su nombre, que fundó la prestigiosa marca de cigarros Punch. Lo único que se conoce con certeza del origen de esta antigua fábrica de cigarros cubana es que fue fundada por un súbdito alemán allá por el año 1858, en la calle de las Figuras nº 20 de La Habana, por lo que puede considerarse como una de las más antiguas conocidas. Tras un rápido éxito de su marca de cigarros con destino al mercado británico, regresa a Alemania y vende la fábrica, que pasa por varias manos hasta ser adquirida por un asturiano, Manuel López Fernandez, verdadero artífice del éxito de la fábrica y de sus marcas Punch (principal) y Evidencia (anexa).

Vitolas Punch y EvidenciaVitolas de la fábrica PUNCH.
Arriba, Guillermo II, de la marca Evidencia, una joya de la vitolfília, desgraciadamente con el marginal cortado, costumbre habitual en otros tiempos, quizás para dar simetría a la anilla.
Abajo, Jorge V de la marca PUNCH, algo más moderna. (*29)

RELACIÓN DE MARCAS CUBANAS
En Cuba el nacimiento del concepto oficial de marca de tabaco viene dado por la proliferación de fraudes e imitaciones a raiz del auge del negocio tabaquero que se produce en Cuba a partir del segundo tercio del siglo XIX.
El primer intento de registrar oficialmente las marcas se produce a raiz del Real Decreto de 20 de noviembre de 1850 que obligaba a los fabricantes a registrar sus marcas de tabaco en la Sección de Industria y Comercio, pues hasta ese momento había un gran descontrol, con marcas duplicadas de distintos fabricantes y continuos pleitos y peleas sobre ello.
Otro Real Decreto de 21 de Agosto de 1884 perfeccionó la normativa obligando a la renovación periódica de registro de la marca, ya que dado los continuos cambios de propietario por ventas, fusiones, incluso cierres, al cabo de pocos años la situación de las marcas podía haber cambiado.

Realmente, nadie sabe con exactitud el número de marcas de tabaco cubanas que han existido desde entonces, aunque seguramente podriamos hablar de muchos miles. A día de hoy, no conozco ninguna lista exhaustiva más o menos completa de marcas que, al menos, esté avalada por alguna asociación vitolfílica o experto de relevancia, aunque me consta que ha habido algunos intentos fallidos.
Solo he logrado obtener una relación de marcas cubanas bastante amplia, que parece interesante, pues he realizado un muestreo con bastantes comprobaciones y tiene buena pinta. Al menos podría servir de base para que los coleccionistas nos pusieramos manos a la obra para mejorarla, incluso intentar "completarla" con el tiempo.
Está en formato excel, por lo que resulta bastante operativo para búsquedas, clasificaciones, etc... Como no depende de mí, desconozco el tiempo que permanecerá accesible en internet (lleva ya bastantes años). Para desgargarla hacer clic en el siguiente vínculo:  

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FUENTES DE INFORMACIÓN (*)

(*1)      Artículo: Los isleños, parte integral de Cuba, por Miguel Leal Cruz,  http://www.lanuevacuba.com/archivo/m-lealcruz-11.htm   
(*2)      La fundación de la ciudad de Matanzas  http://www.guije.com/pueblo/municipios/matanzas/lucha/fundacion.htm    
(*3)      Comercio colonial y proyección de la población: La emigración catalana a Cuba    http://www.raco.cat/index.php/BoletinAmericanista/article/viewFile/98563/146160   
(*4)      Centro Cubano de España - Españoles en Cuba      http://www.revistasexcelencias.com/Caribe/a(273527)-Emigrantes-espa%C3%B1oles-Cuba.html  
(*5)      Las sediciones de los Vegueros     http://www.guije.com/templos/jesusdelmonte/index.htm  
(*6)      Revista de la Asociación Vitolfílica Española (A.V.E.) nº 272 página 7 (1994) - Incidencia catalana en el tabaco cubano. Artículo de D. Santiago Rodó Rodés
(*7)      Historia del Hospital Universitario Dr. Salvador Allende - Profesor Jesús M. Galiano Gil   http://www.sld.cu/galerias/pdf/uvs/cirured/historia_del_hospital_universitario_dr_salvador_allende.pdf
  
(*8)      Asturianos en Cuba en el siglo XX, de Jorge Domingo Cuadriello  http://www.emigrastur.com/uploads/files/guelga.pdf   
(*9)      Empresarios Asturianos en Cuba (1840-1920) - Revista de Indias, 2002, vol. LXII, núm. 225,  por Enrique Collazo Pérez - UNED.

(*10)    Don Juan Manuel Manzanedo y González, I duque de Santoña, I marqués de Manzanedo, por Rafael Portell Pasamonte
(*11)    Avilesinos ilustres: El marqués de Pinar del Rio  http://indianos-asturianos.blogspot.com/2010/02/don-leopoldo-gonzalez-carvajal-y-zaldua.html   
(*12)    Comillas y Antonio López de Piélago  http://www.phistoria.net/reportajes-de-historia/COMILLAS-&-ANTONIO-LOPEZ-DE-PI%E9LAGO_111.html    
(*13)    Antonio López López 1817-1883    http://www.filosofia.org/ave/001/a173.htm  
(*14)    Empresarios canarios en Latinoamérica. El caso de Cuba. Autor: Miguel Suárez Bosa     http://www.red-redial.net/revista/anuario-americanista-europeo/article/viewFile/90/75     
(*15)    Los negocios ultramarinos de una burguesía cosmopolita. Los catalanes en las primeras fases de la globalización, 1750-1914, por Cesar Yañez. Revista de Indias, 2006, vol. LXVI, núm. 238 Págs. 679-710, ISSN: 0034-8341.
(*16)    Libro cien anillas de calidad en la litografía tabaquera. Autores: Florencio Giménez Caballero y Manuel López Rodríguez.
(*17)    La Real Academia define "trust" como: Grupo de empresas unidas para monopolizar el mercado y controlar los precios en su propio beneficio
(*18)   Fotografía cedida por la familia de J. A. Bances (Beatriz Díaz López), con la colaboración del Ayuntamiento de Candamo.
(*19)   La emigracion canaria y sus condicionantes socio-economicos - Autor: Vicente J. Suarez Grimon. Universidad de Las Palmas.
(*20)   Almas en apuros, relatos de un viajero. Cartas sobre america
. Autor Xavier Marmier. 1851.

(*21)   Habana Radio. La voz del patrimonio cubano.   http://www.habanaradio.cu/articulos/de-vuelta-abajo-a-la-habana/
(*22)   Los usos de la ciudad y los espacios de trabajo en el mundo del tabaco. La Habana a comienzos del siglo XIX.  https://mdc.ulpgc.es/utils/getfile/collection/coloquios/id/2382/filename/2408.pdf
(*23)   La ciudad de la Habana y el tabaco a comienzos del siglo XIX.  Autor: Vicent Sanz Rozalén.   https://mdc.ulpgc.es/utils/getdownloaditem/collection/aea/id/2377/filename/2375.pdf/mapsto/pdf
(*24)  El tabaco en Cuba. Apuntes para su historia. Autor: Antonio de Gordon y de Acosta. 1897.
(*25)  Biblioteca Nacional de España. Biblioteca Digital Hispánica. Copia de la Real Cedula de 1740.

(*26)  Wikipedia.
(*27)   Universidad de Miami. Librería de colecciones digitales.  Pinturas y litografías del paisajista y científico italiano Federico Mialhe, 1810-1881.  
(*28)   Universidad de Miami. Librería de colecciones digitales.  Litografías de Federico Mialhe, paisajista y científico italiano, 1810-1881. Isla de Cuba Pintoresca.
(*29)  Colección del autor.

(*30)  Nautica Digital.   Arenys de Mar una potencia naval en los siglos XVIII-XIX, y sede de la Real Escuela Náutica
(*31)  Ayuntamiento de Arenys de Mar. Vida Marítima de de Arenys. 1944.
(*32)  Contrapunteo cubano del tabaco y del azucar. Autor: Fernando Ortiz.
(*33) 
Wikipedia. Fonseca (cigar brand).

 

 
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