A la memoria de mi padre: José Berni Gómez q.e.p.d. El inició esta colección |
COLECCIONISTA DE VITOLAS DE PUROS Juan Alberto Berni González A.V.E. 1415 |
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GRANDES TABAQUEROS EN CUBA. LA FAMILIA SUSINI Y SU MARCA "LA HONRADEZ". |
Fábrica La Honradez de Luis Susini. Grabado 1865. (*4) |
Por último incorporaron los más modernos métodos de gestión empresarial y de marqueting del momento. Los Susini dieron un importante impulso a la recién aparecida técnica litográfica en color, la cromolitografía, adornando y garantizando los cigarrillos salidos de su fábrica con artísticas etiquetas que revolucionarían el mercado tabaquero.
La consecuencia de todo ello es que hoy podamos contemplar un importante número de joyas del arte litográfico en forma de marquillas cigarreras, que constituyen, solo por sí mismas, un testimonio etnográfico de la vida cotidiana en la entonces colonia española, con espontaneidad y muchas de las veces con un tinte de gracia y humor.
Los fundadores de la familia Susini fueron Luis Susini Separadi (1801-1863), natural de Niza (Francia), y su esposa Concepción Ruiseco Quiricio, nacida en Málaga, que contraen matrimonio en 1820 y se establecen en Gibraltar. Allí, en 1822, nacería su hijo José Susini Ruiseco, y desde allí arrancan sus primeros negocios, comerciando con varias ciudades andaluzas; también realizan plantaciones de tabaco en Sanlúcar de Barrameda, con semillas traídas de Cuba.
Marquilla Cigarrera de la 1ª época de
La Honradez, y figura como fabricante
C. R. S. y Cia. (Concepción Ruiseco de Susini), esposa de Luis Susini. (*2) |
Inicia relaciones comerciales con Jaime Santacana, tabaquero gibraltareño residente en Cuba para, finalmente, trasladarse a Cuba con toda su familia.
En 1852, poco después de su llegada a la isla, adquiere a Santacana una de sus marcas, La Inesperada. Ese mismo año de 1852, José Susini contrae matrimonio con la cubana Josefa Jauregui, que debió fallecer a los pocos años, pues en 1862 Susini ya figuraba como viudo en varios documentos oficiales. Según figura en el registro oficial de marcas, su primera esposa Josefa Jauregui pide licencia para abrir su primera tabaquería en La Habana con la marca Mi Pensamiento. En fecha desconocida se casará en segundas nupcias con Josefa de Etcheverri con la que tuvo tres hijos: Maria Luisa, Eduardo y Justo.
El 24 de enero de 1853 adquieren la cigarrería Mi Fortuna a José Bernardino Pérez Bolaños, figurando como propietario la compañía C. R. S. y Ca. a nombre de Concepción Ruiseco de Susini.
Ese mismo año de 1853, sin que se conozca la fecha exacta, se produjo la inscripción de la marca La Honradez, firma que daría fama y prestigio a la familia, también a nombre de C. R. S. y Ca. (Concepción Ruiseco de Susini y Compañía), asignandole el número de fábrica 83, con sede social en La Habana, calle Aguiar, 11 y depósito en la calle del Obispo, 120, según consta en sus primeras marquillas cigarreras y carteles publicitarios.
El 5 de marzo de 1862 obtiene licencia para inscribir la sociedad comercial Luis Susini e Hijo, quedando extinguida la sociedad C. R. S. y Ca. En el documento oficial de constitución. El 13 de marzo de ese mismo año de 1863 falleció el patriarca Luis Susini Separadi, y en ese mismo momento, su hijo José Susini Ruiseco decide que en memoria de su padre hará todo lo posible para respetar el nombre de la sociedad recién creada. Como veremos a continuación, esta decisión le traerá importantes quebraderos de cabeza:
Marquilla cigarrera de La Hidalguía. Observe las firmas de Susini y de Prudencio Rabel. La marca pasó a manos de este último en 1869. (*10) |
Firma un documento por el que se le otorga escritura notarial de convenio junto a su madre, Concepción Ruiseco, para que durante un plazo de diez años la sociedad Luis Susini e Hijo funcione como si el padre no hubiese fallecido, siendo éste representado legalmente a todos los efectos por su esposa; pero este acuerdo testamentario, aunque legal, topaba frontalmente con el código mercantil vigente, que no permitía a un fallecido figurar como titular de una sociedad comercial. Para salvar dicho impedimento escribe a la reina Isabel II de España pidiéndole una autorización expresa. Legalmente intenta justificar su planteamiento poniendo como ejemplo a otras sociedades que estaban funcionando en Cuba en similares condiciones.
Cuando en 22 de julio de 1865 el tribunal de Comercio de La Habana había dado su autorización, es recurrido por instancias superiores, siendo definitivamente denegado el 24 de enero de 1866, aunque a la vista de sus últimas marquillas de la década de 1970, debió seguir sacando al mercado cigarrillos con etiquetas a nombre de Luis Susini e Hijo, quizás para aprovechar los troqueles litográficos y el stock de marquillas existente en su imprenta.
La fama de los Susini provino mayormente de los negocios tabaqueros, con su gran fábrica de tabaco La Honradez a la cabeza, junto a otras marcas anexas, entre las que destaca La Hidalguía, propiedad de los Susini pero que a partir de un momento debió ser explotada a través de algún tipo de colaboración o asociación con Prudencio Rabell, como consta en algunas etiquetas (ver imagen a la izquierda) donde figuran ambos nombres, hasta su definitiva venta en 1869.
De hecho, como se ve claramente en la progaganda de la marca de La Legitimidad y La Hidalguía, ya en manos de Prudencio Rabel (ver figura a la derecha), llamaba a los cigarrillos salidos de sus fábricas "los cigarrillos Susini", y en las últimas líneas de su cartel propagandístico decía en letra grande: Aviso importante: No hay más cigarrillos Susini que los de la marca La Hidalguía, la marca principal de Rabel.
No obstante hay que tener en cuenta que el carácter comercial y emprendedor de su patriarca y fundador, Luis Susini, le llevó a mantener una política de diversificación de negocios a nivel internacional, con un núcleo fuerte en los vinos andaluces, que controlaba desde los mercados de Gibraltar y Cádiz, no obstante importaba y exportaba todo tipo de productos.
Su política de venta y marketing se basaba, en gran parte, en un boletín mediante el cual presentaba sus productos a los potenciales clientes. Esto se hacía bajo petición expresa o presencialmente, en su fábrica habanera de La Honradez, para lo cual facilitaban la visita organizada un día fijo de la semana a cualquier turista o viajero que se interesara, aunque también abrían las puertas en caso de gran interés del visitante, siendo esta la razón por la que nos han llegado un buen número de crónicas y relatos de la fábrica en libros y publicaciones de la época, siendo un conocido ejemplo el libro Cuba a pluma y lápiz, del dibujante norteamericano Samuel Hazard. (*3)
La Real é Imperial fábrica LA HONRADEZ, Gran Manufactura de cigarros y picaduras de Luis Susini e hijo, como así figuraba en sus muchas y variadas estampas, estuvo ubicada inicialmente en el Convento de Santa Clara de la Habana hasta que fue inaugurado el magnífico edificio de la plaza de Santa Clara, que ocupaba una manzana entera entre las calles Cuba, San Ignacio y Sol, teniendo su entrada principal por la calle de San Ignacio, como se muestra en el famoso grabado del citado libro Cuba a pluma y lápiz. Tenía el depósito principal para el menudeo en la calle del Obispo, 15 y otros dos secundarios en las calles de Calzada Real del Monte, 154 y San Rafael. En el momento de su inauguración trabajaban en ella unos 300 empleados de todas los orígenes: blancos, indios, chinos y negros esclavos o libres.
La Honradez fue la primera fábrica cubana en utilizar una máquina movida a vapor para fabricar cigarrillos; producía dos millones y medio de unidades al día, lo cual superó con creces la producción de otras marcas como Cabañas y Carvajal, H. Upmann o Partagás, que seguían envolviendo los cigarrillos manualmente.
Samuel Hazard viajó a Cuba en 1866 para recuperar su salud, después de combatir en la Guerra de Secesión Norteamericana y viajó durante varios meses por todo el territorio de la entonces colonia española observando y escribiendo sus anotaciones sobre la vida cotidiana en la isla. El resultado fue uno de los mejores y más completos libros de retratos de la Cuba de esa época, con bellas ilustraciones dibujadas a plumilla de paisajes, monumentos y escenas cotidianas. Concretamente, en el capítulo X del libro podemos leer una descripción detallada de su visita a la fábrica La Honradez que, por su gran interés, recomiendo leer (*3), y que resumo, citando en ocasiones el texto completo acotado con comillas anguladas « »:
En varios párrafos del citado capítulo, nos habla de la importancia de la fábrica, en cualquier visita a la ciudad de La Habana:
« Que no se imagine el viajero, por lo tanto, que ha visto la Habana si la abandona sin antes visitar el lugar donde se elabora esta peculiar institución del país, tan bien conocida como el palacio del gobernador, con el nombre de '‘Real e Imperial Factoría de La Honradez”. »
« No he numerado ni la mitad de las atracciones de este lugar que deben ser vistas para apreciarlas. En la actualidad, nadie que visite la Habana deja de ir a “La Honradez”, propiedad de los señores Susini y Hermanos, que son caballeros muy afables, corteses y afortunados en su empresa. Tengo entendido que está señalado un día dado para que visite el establecimiento el público en general; pero los extranjeros son siempre bien recibidos y cortésmente se les permite recorrer la fábrica, mereciendo especialmente las señoras la mayor atención por parte de los galantes propietarios. »
Máquina magneto eléctrica, patente de E. Gaiffe adquiridas por la fábrica de Susini para dibujar estampas litográficas. (*3) |
Paso directamente a contar la visita de Hazard la fábrica de La Honradez y sus comentarios sobre los distintos departamentos que va recorriendo:
El acceso se realizaba por la calle de San Ignacio, la entrada principal. Allí se encontraban las oficinas, y en ellas un conserje les recibía amablemente y les animaba a firmar en un enorme libro de visitas. Estas oficinas constituían el centro neurálgico de las comunicaciones con el resto de dependencias, y se hacía por medio de un moderno telégrafo.
La primera dependencia de la fábrica era el taller de carpintería, también en la planta baja, donde se fabricaban las cajas, barriles, etc., donde se envasaban las distintas labores: cigarros, cigarrillos o picadura.
Luego se subía al segundo piso, donde se visitaba la imprenta y litografía; allí se imprimían todo tipo de estampas, boletines, circulares, vistas del establecimiento, envolturas, etc., pero lo que más le llamó la atención fue el gran número de artísticas cajetillas con bellos dibujos a todo color conteniendo cada una un total de veinticinco cigarrillos.
Allí, en el departamento de litografía, dibujo y grabado, vio algo para él completamente novedoso, que fue el proceso de dibujar en piedra mediante un aparato de reciente invención conocido como máquina magneto-eléctrica, patente del francés, M. E. Gaiffe, cuya principal ventaja era la de permitir que un artista dibujara directamente, sin necesidad de recurrir el concurso de un grabador o de un litógrafo, quienes, a menudo, al copiar el original, no respetan el genuino estilo o espíritu del artista.
Pero el departamento que le resultó más interesante, fue la llamada galera o taller de elaboración de cigarrillos. Allí trabajaban una multitud de operarios chinos, que en la Habana llamaban coloquialmente culies. Describía su trabajo del siguiente modo: « Cada operario tiene una pequeña tabla, en la cual llena, dobla, cuenta y hace paquetes de cigarrillos; y es maravilloso ver la facilidad y rapidez que adquiere después de una larga práctica en la elaboración ». Continúa detallando la delicadeza de su trabajo, el orden y limpieza que observaban tanto en el lugar de trabajo como en sus habitaciones ubicadas en la propia fábrica, todo ello siguiendo las estrictas normas de la empresa, que en caso de ser infringidas castigarían con multas que luego se invertían en billetes de lotería en beneficio de la misma comunidad china.
También trabajaban en la fábrica otros colectivos, cito literalmente: « Los operarios empleados en la fábrica para hacer estos aparentemente pequeños objetos llamados cigarros, no son los únicos, pues además hay unos quinientos soldados de la guarnición de la Habana, que en sus ratos de ocio recurren a la elaboración de cigarrillos para obtener una adición a su escasa paga. Por otra parte, casi cada portero de cada casa dedica sus largas horas de holgar en los zaguanes a idéntica elaboración de cigarros, para adquirir un poco más dinero. »
« Se estima que la producción diaria, por término medio, es de 2.532.000 cigarrillos, que se exportan a todas las partes del mundo, en condiciones de satisfacer los gustos de toda clase de fumadores, ya que el papel usado es de diversas clases: de arroz o café, pectoral, perfumado, de maíz, etc. »
Como deciamos en el capítulo sobre las marquillas cigarreras, descripciones y relatos de la época nos hablan de los soldados y presos que trabajaban en las fábricas de la Habana elaborando cigarros y cigarrillos para obtener algunos ingresos extra, y de estos últimos se cree que procedería el nombre de galera que se daba a la sala donde trabajaban, seguramente por la semejanza con las arcadas y galerías de las cárceles. Posteriormente serían los chinos, llamados en Cuba "culies", los que se incorporaron a las fábricas de cigarrillos, contratados por su habilidad y pericia, hasta tal punto que muchas fábricas luchaban por hacerse con el servicio de los mejores de ellos, pagando jugosos salarios.
Entrada principal a la fábrica La Honradez, por la calle de San Ignacio (*3) |
Al finalizar el recorrido, el guía les despedía amablemente pidiéndoles antes que hicieran constar sus impresiones en el libro de visitas que habían firmado al entrar, regalandoles luego a cada uno un paquete de cigarrillos envuelto con una marquilla cigarrera en la que figuraba impreso el nombre del visitante. En este punto Hazard le resulta chocante la imposibilidad de darles propina: « Este es uno de los pocos lugares que se considera ofensivo el ofrecer una dádiva al guía. ».
La empresa editó un interesante libro titulado Notas particulares y publicaciones de la prensa periódica sobre este establecimiento, en el que recogen una relación de extractos de publicaciones de la prensa periódica editada en un buen número de países, además de la lista de firmantes en el libro de visitantes de la fábrica La Honradez desde el 26 de junio de 1862 acompañado de sus respectivas observaciones. (*7)
Los Susini nunca fueron grandes fabricantes de tabaco torcido, es decir de puros habanos. En sus boletines de propaganda de sus productos figuraban otras marcas prestigiosas sobre todo las ofrecidas por Prudencio Rabel y Pubil, Marqués de Rabel. La producción de la fábrica era principalmente cigarrillos, no obstante también elaboraban puros habanos de gran calidad, aunque menos conocidos, ya que estaban destinados exclusivamente a la exportación al mercado inglés.
Tanto Luis como José Susini fueron unos inteligentes comerciantes que aprovecharon el despegue económico de Cuba y manejaron muy bien sus negocios, llegando a ostentar una posición social y una situación financiera realmente envidiables. Sus contactos a nivel internacional les permitieron moverse bien en los ámbitos financieros y diplomáticos.
Una página del libro de visitas de la fábrica (*7). |
José susini y Ruiseco acompañaba a su nombre con títulos distinguidos como: Patricio Romano, Conde de Susini-Ruiseco y San Ángel, comendador de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, caballero de la Real Orden de San Juan de Jerusalén y de San Francisco.
Una de las obsesiones de su política industrial fue la de promocionar y vender una máquina de liar cigarrillos inventada por ellos, desarrollada y mejorada por su capataz y hombre de confianza Felipe Iburquiza junto al catalán Narcís Monturiol, uno de los pioneros en idear una máquina capaz de liar cigarrillos. Esta máquina llegaba a liar 10.000 cigarrillos en 10 horas de trabajo, siendo capaz de sellar el papel automáticamente.
En 1875 construyeron una nueva máquina con diseño del ingeniero francés M. Durand, y para explotar su licencia la presentaron a la Administración del Tabaco de Francia. Presentaron la máquina en varias exposiciones en os años 1878, 1880 y 1882, pero no consiguen ganar debido a la gran competencia con otros fabricantes como M. Decouflé o Leblond.
Según se deduce de distintos documentos guardados en los Archivos de Ultramar, debió de gastar ingentes cantidades de dinero en este empeño de hacer negocio con la citada máquina. También intentó abrir otras fabricas sucursales de la Honradez en ciudades como Cádiz o Gibraltar, con resultado fallido. Todo esto le debió conducir a una crisis financiera que finalizó con la venta de La Honradez a Prudencio Rabel y Pubil, en 1888
Una vez consumada la independencia de Cuba,
en 1898, los trusts capitalistas norteamericanos con la Havana Cigar and Tobacco Company a la cabeza compraron todas las empresas de Prudencio Rabell en pésimas condiciones económicas, casi a precio de saldo.
Primitivas marquillas cigarreras envolviendo mazos de cigarrillos. (*3) |
Los últimos años de la vida del último Susini propietario de La Honradez, José Susini Ruiseco no debieron ser demasiado afortunados, pues debió morir al borde de la pobreza, como así lo demuestra la noticia que encontré en la revista La Nación Militar, (*8) que cita textualmente:
« Dice un periódico de Nueva York que en una miserable habitación, ha sido hallado muerto el conde José Susini, que poseía la afamada fábrica de cigarrillos de Cuba, cuyo valor se calculaba en diez millones de dólares. La guerra última destruyó totalmente aquella gran riqueza, y el conde Susini, á su regreso de París, tuvo que dedicarse á dar lecciones para ganar lo más estrictamente necesario para la vida. Susini esperaba que el gobierno español le indemnizase de sus pérdidas, y ha muerto con esa esperanza. El conde Susini pertenecía á una ilustre familia corsa y estaba en posesión de 48 condecoraciones. »
De todo el imperio de los Susini, apenas nos quedan sus bellas y originales etiquetas litográficas en forma de marquillas cigarreras, que en su día envolvieron los cigarrillos elaborados en su fábrica habanera de la Honradez, y que hoy podemos contemplar gratuitamente con gran definición desde nuestro ordenador gracias a el gran trabajo de digitalización que ha realizado la Biblioteca Nacional de España, poniendo a disposición de todos su gran colección de marquillas de la Honradez y otros fabricantes, seguramente resultado de una donación. (*9)
Como una pequeña muestra de la riqueza y variedad de los diseños de estas obras de arte, nombraré alguna de sus series:
Almanaque profético para el año 1866, la Historia Santa,Galería Fotográfica de la Real e Imperial Fábrica La Honradez, Galería de los soberanos, Galería Mitológica, Retrato de niños, Voluntarios Catalanes de Cuba, Uniformes del ejército español, inglés, francés, italiano, bavario, Ruso, Prusiano, Alfabeto Zoológico, Escudos de Provincias Españolas , Paisajes y Castillos de Suiza, Vistas de la Exposición de París 1867, Los desastres de la Guerra, las Conflagraciones de París en 1871, Las Loretas de París, Fábulas de Samaniego, Dibujos de Tapicería, Colección de Cartografía, Frutas Cubanas, Barajas de Amor, Corridas de Toros, Nobiliario Español, Órdenes Militares, Aventuras de un recluta, Tipos de diferentes naciones, la Vida de Don Quijote de la Mancha, Marina Española (colección de barcos de vela y vapor), Cosas de China, Fuerzas Armadas de Gran Bretaña, Rusia, Alemania, y un largo etc...
Álbum de cromos o postalitas coleccionables, obsequio de la fábrica La Honradez. |
Además de estas series, La Honradez vendía cajetillas de cigarros para conmemoraciones familiares y otros eventos especiales, siempre por encargo y bajo pedido de un mínimo de unidades; todo ello, junto a las que regalaban a las visias hace que de la fábrica hayan salido un número incalculable de estas pequeñas joyas litográficas que, a pesar de ser muy buscadas, pueden encontrarse de vez en cuando en el mercado del coleccionismo a precios relativamente asequibles.
Aquí se imprimieron las primeras fotografías que, en forma de postalitas fotográficas, acompañaban a las cajetillas de cigarrillos, con una producción de unas tres mil diarias, cantidad inimaginable para las técnicas fotográficas del momento en Cuba. La colección de postalitas se convirtió en una moda que entretenía y educaba a todos, no solo a los fumadores, sobre todo a mujeres y niños que disfrutaban completando series y colecciones en bonitos álbumes. Esta forma de propaganda, que ya utilizaba en Europa y EE.UU. de forma incipiente para chocolates, jabones, vinos, etc, fue imitada por otras fábricas cubanas y extranjeras.
Los sucesivos dueños de la fábrica como Prudencio Rabel, los trust norteamericanos y Tabacalera Cubana S.A., al igual que otros fabricantes cubanos, siguieron incorporando postalitas fotográficas en sus cajetillas de cigarros hasta que, al acabar la 2ª guerra mundial, la competencia de las grandes industrias cigarreras internacionales obligó a abaratar los costos de producción.
A partir de 1880 se imprimieron unos bellos álbumes con litografías de temas históricos como el Álbum Historia de Cuba, editado en 1935 por Tabacalera Cubana, S.A. que representaba las marcas de Susini y La Corona entre otras. (*6)
MARQUILLAS CIGARRERAS DE LA HONRADEZ. 1860-1880. (*9) | ||||
Selección de marquillas cigarreras de la fábrica La Honradez, todas ellas procedentes de la colección de la Biblioteca Nacional de España (*9) |
fuentes de informaciÓn.
(*1) Revista de la A.V.E. nº 299. Entramado familiar de los Susini. Autor: Santiago Rodó Rodés.
(*2) Revista de la A.V.E. nº 309. Más cosas sobre la familia Susini. Autores: Santiago Rodó Rodés y Florencio Giménez Caballero.
(*3) Cuba a pluma y lápiz: la siempre fiel isla. Autor Samuel Hazard. Capítulo X. Ed. 3ª, en castellano. 1873. Puede leerlo en Internet, en The Open Library.
(*4) Revista Herencia Cultural Cubana Vol. 19.1 de Marzo 2013 y Vol. 19.2 Octubre de 2013.
(*5) Los orígenes de la industria del cigarrillo en la Argentina. Autor: Manuel Malagrida.
(*6) Cubaperiodistas. Fotocrónicas. Susini, el tabaquero que dio saber.
(*7) Real e Imperial Fábrica La Honradez. Notas particulares y publicaciones de la prensa periódica sobre este establecimiento.
(*8) Biblioteca Nacional de España, Hemeroteca Digital. La nación Militar nº 114, del 3 de marzo de 1901. Semanario independiente de ciencias sociales y militares, literatura y artes (1899-1912).
(*9) Biblioteca Nacional de España. Colección de marquillas cigarreras digitalizadas en la Biblioteca Digital Hispánica:
(*10) Casa Troncal de Caballeros Hijosdalgo de los Doce Linajes de Soria. Prudencio Rabel, Marqués de Rabel. Autor: Rafael Portell Pasamonte.
(*11) Libro Apuntes para una historia del frio en España. Patente nº 2.368 a nombre de José de Susini Ruiseco. Procedimiento para la conservación indefinida y la aromatización permanente del tabaco en todos sus estados y formas por medio de la rarefacción del aire operando en frio y seco. Gaceta Industrial de 1882.
(*12) El tabaco en Cuba. Apuntes para su historia. Autor: Antonio de Gordon y de Acosta.
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