A la memoria de mi padre: José Berni Gómez q.e.p.d. El inició esta colección |
COLECCIONISTA DE VITOLAS DE PUROS Juan Alberto Berni González A.V.E. 1415 |
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JOSÉ RODRÍGUEZ FERNANDEZ-ROCES (DON PEPÍN) Y SU MARCA ROMEO Y JULIETA |
DON PEPÍN, como siempre quiso que le llamasen sus muchos amigos y compatriotas, fue uno de los últimos "indianos", que hizo fortuna en tierras americanas, en concreto en Cuba, negociando con el tabaco.
Como veremos, su gran mérito fue liderar la compra de la fábrica ROMEO Y JULIETA, que en ese momento no pasaba de ser una pequeña marca de cigarros (aunque con cierto prestigio), para en pocos años lograr, con astucia e imaginación, hacerla famosa mundialmente en dura competencia con los trust norteamericanos, que por entonces intentaban hacerse con el monopolio del tabaco cubano, avasallando con sus abundantes dólares al resto de marcas que a duras penas intentaban mantenerse independientes.
José Rodríguez Fernández-Roces (Don Pepín) nace el 3 de marzo de 1866 en el número 66 del barrio de Roces, perteneciente a la parroquia de Santa Eulalia de Colloto (concejo de Oviedo). Sus padres, Francisco Rodríguez Díaz (1836-1916) y Josefa Fernández-Roces Cimadevilla (1836-1905) eran humildes agricultores que tuvieron cuatro hijos: Bibiana (1864), José (1866), Francisco (Pancho) (1868) y Josefa (1871).
LA SAGA DE LOS FERNANDEZ-ROCES.
Pero la pregunta obvia que cualquiera se podría formular es ¿cómo un joven muchacho procedente de una humilde familia asturiana pudo progresar tan rápidamente, y finalmente triunfar, en un entorno tan desconocido para él?.
Pues bien, este hecho difícilmente se explicaría si no fuera por la ayuda de su familia, en concreto de los ascendientes de la rama materna: los Fernandez-Roces García. Ellos constituyeron el origen de una importante saga de industriales tabaqueros y comerciantes de éxito que veremos en detalle a continuación.
El germen fue el matrimonio de Tomás Fernández-Roces y Ana Mª García. Tuvieron diez hijos, de los que solo se sabe de cuatro, de gran importancia para la historia de esta saga: Manuel, Bárbara, Pedro y Antonio. Dos de ellos, Manuel y Pedro, habían emigrado a Cuba a principios del siglo XIX, y sobre 1820 ya habían conseguido un pequeño patrimonio gracias a su buen hacer en el entonces incipiente pero prometedor negocio del tabaco.
En primer lugar nos centraremos en la figura de uno de estos cuatro hermanos: Antonio Fernandez-Roces García que, casado con Francisca Cimadevilla, tuvo cuatro hijos de apellidos Fernández-Roces Cimadevilla: Pedro (1835-1903), Josefa la madre de Pepín (1836-1905), Gregorio (Gorín) (1838-1921), y Antonio (1850-1935).
Pedro, el hermano mayor, emigrará a Cuba a los 15 años, en 1850, logrando en poco tiempo crear un pequeño pero próspero negocio tabaquero. Poco después, sobre 1860, llegaría a la Habana su hermano Antonio, el cual, después de recibir una excelente formación (hablaba perfectamente el inglés), se incorpora a los negocios familiares. Ambos continuarían los negocios tabaqueros familiares en Cuba, ampliando sus contactos y relaciones con otros industriales del ramo. Pedro y Antonio, los tíos de Pepín, serían los protectores del pequeño a su llegada a Cuba.
Por contra, los otros dos hermanos Josefa (su madre) y Gregorio (Gorín) quedaron para siempre en Colloto, siendo en todo momento los encargados de mantener vivos los vínculos de los emigrados con su terruño natal.
Anselmo González del Valle (*13) |
Otro importante miembro de la familia Fernández-Roces fue Anselmo González del Valle y Fernández Roces, primo de los anteriores, ya que Bárbara (su madre) era hermana de Manuel y Pedro Fernández-Roces García, aquellos primeros emigrantes de la saga a Cuba, de los que hemos hablado en líneas anteriores.
Anselmo llegó a Cuba en 1840, y desde ese momento entró en el negocio del tabaco; pero sería en 1851 cuando dio su gran salto estratégico al unir sus intereses a los de otro tabaquero cubano de gran renombre, Manuel González Carvajal, mediante el matrimonio con su hija menor, Mª de Jesús de la Merced González Carvajal y
Cabañas, y así pasar a dirigir la prestigiosa fábrica Hija de Cabañas y Carvajal, que en 1858 pasaría oficialmente a ser de su entera propiedad.
Como veremos más adelante, su fábrica daría trabajo a una buena cantidad de compatriotas asturianos y collotenses (también a nuestro joven Pepín Rodríguez) a través de Antonio y Pedro Fernández-Roces Cimadevilla (primos de Anselmo y tíos de Pepín), que se incorporan al accionariado de la fábrica. Ambos fueron hombres de confianza de Anselmo, y a su fallecimiento, en 1875, compraron una parte de acciones a sus dos hijos (herederos de su fortuna), que residían en España poco atentos a los negocios familiares.
De todo esto podemos deducir que buena parte de los emigrantes a las Américas fueron ayudados directa o indirectamente por familiares o amigos que años atrás se habían abierto camino en aquellas colonias o excolonias españolas. Estos españoles que allí tenían sus prósperos negocios e intereses no solían olvidarles; los recibían con cariño desde pequeños, haciendo de tutores y protegiéndoles hasta que eran educados o aprendían un oficio que les permitiese comenzar a trabajar en puestos bien remunerados, como eran por aquellos años las prósperas fábricas de tabaco cubanas.
Pero no creamos que todos los emigrantes a tierras americanas fueron indianos que regresaron a España triunfadores, trayendo sus fortunas o construyendo bonitos palacios.
En realidad, solo unos pocos escogidos tuvieron la suerte de ser protegidos por familiares o amigos que ya habían logrado establecerse allí y tenían prósperos negocios.
La verdadera historia escrita en multitud de libros y publicaciones que hoy se pueden leer, desmitifica esta suerte de leyenda y nos demuestra que gran parte de los emigrantes fueron explotados (incluso engañados) por terratenientes que a través de contratos desfavorables se aprovechaban de la ignorancia e ingenuidad de aquellos jóvenes trabajadores llenos de ilusiones pero faltos de ayuda y asesoramiento.
Así se veían obligados a trabajar hasta la extenuación con salarios exiguos, llegando muchos de ellos a fallecer de agotamiento o de enfermedades tropicales antes de poder establecerse con sus familias o al menos retornar a sus pueblos de origen. En fin, una triste realidad repetida a lo largo de nuestra historia.
Pues bien, una vez hecho este preámbulo, retomamos la historia de nuestro personaje.
PEPÍN RODRÍGUEZ EN CUBA.
La economía familiar en la casa de Pepín pasaba por momentos delicados. Generalmente, en Colloto las labores del campo daban para poco más que la mera subsistencia, lo que arrastraba a la juventud a poner todas sus esperanzas y expectativas de futuro en la emigración a América, más aún cuando se tiene familiares directos allí haciendo negocios lucrativos, como era el caso de los tíos de Pepín.
Así, el 4 de mayo de 1875, a los nueve años de edad, viaja a La Habana acompañado por su tío Antonio Fernández-Roces, que lo acoge en el seno de su familia e inmediatamente lo envía a uno de los mejores colegios de La Habana, donde estudia con aprovechamiento. Luego continúa su formación en los Estados Unidos durante años, siempre con el comercio como su gran vocación.
Regresa a Cuba perfectamente formado y dominando el idioma inglés. Sus tutores (sus tíos) eran plenamente conscientes de que la profesión de tabaquero se aprende desde adentro hacia fuera, pues era la única forma de valorar la importancia de cada departamento en el proceso de elaboración de los tabacos torcidos; así fue pasando por todos los oficios y disciplinas de una fábrica de habanos: rezagador, despalillador, escogedor, fileteador, torcedor, ... trabajando en diferentes fábricas de cigarros como la pequeña fábrica de su tío Antonio, en Hija de Cabañas y Carvajal y Pila del Hercón, una de sus marca secundarias. (*13)
En 1888 funda la marca La Pepa, que vende a buen precio cuatro años después. Hacia 1889 conoce a otro empresario tabaquero español, José Fernández Rocha con el que entabla una fructífera amistad. Como fruto de esta amistad participa en la creación de las marcas Bolívar y La Gloria Cubana y participa en el capital de la firma de J. Rocha y Cia compuesta por José Fernández Rocha y Rafael García, negocios que abandonará para asumir un puesto de directivo como gerente de exportaciones en la fábrica Hija de Cabañas y Carvajal, al que se dedicaría durante más de veinte años.
En esos años se casa con una hermosa mujer cubana, Altagracia Pellicer, con la que tuvo dos hijas: Aurora (1888-1912) que falleció muy joven como consecuencia de una larga y penosa enfermedad pulmonar y María Luisa (Maruja), con la que tuvo una conflictiva relación a raíz de provocar la separación y posterior divorcio del matrimonio Joaquín Nin Castellanos (músico) y Rosa Culmell (cantante), viejos amigos de la familia de Pepín, que se consumó cuando Maruja y Joaquín se fueron a vivir juntos a París en 1912. El suceso supuso la ruptura de las relaciones entre padre e hija, hasta el punto de que en el funeral de su hija Aurora (1912) diría: "era mi única hija". Posteriormente, gracias a la mediación de Altagracia, su esposa, la relación iría mejorando poco a poco. (*13)
Pero, retrocedamos en el tiempo, y analicemos en detalle la interesante historia de la marca de cigarros puros ROMEO Y JULIETA.
FUNDACIÓN DE LA MARCA ROMEO Y JULIETA
« Solicitaron permiso de esta Alcaldía Corregimiento para matricular una marca de tabacos (cigarros puros), denominada ROMEO Y JULIETA para el uso de la fábrica de su propiedad de su fábrica establecida en la calle de San Rafael, 87 de La Habana. Lo que anunciaron por medio de la Gaceta oficial, siguiendo el modelo tradicional de la época, a fin de que los dueños de marca puedan examinar el diseño de la que se pretendían matricular y el que se crea con derecho a oponerse, presente sus reclamaciones en la Secretaria de este Corregimiento en el preciso término de diez días a contar desde la fecha de esta convocatoria. Habana 22 de Febrero de 1876.- Firmado: El Marqués de Bella-Vista ».
La primera fábrica de cigarros de la marca ROMEO Y JULIETA fue inaugurada en 1884 y se ubicaba en la calle Ánimas 129, antigua sede de la modesta marca La Eminencia, donde Ramón Allones estableció su taller de elaboración de cigarros en 1845. (*17).
La pequeña fábrica producía tabaco en cantidades limitadas pero de excelente calidad, cosechado en Vuelta Abajo (Pinar del Río) en un entorno de gran competencia entre marcas
Desde el principio, Inocencio Álvarez insistió en contratar a los mejores torcedores de La Habana y primar por encima de todo la calidad y la presentación de sus tabacos. De esta forma y en tiempo record, la marca ganó merecidamente su fama entre los fumadores más exigentes del mundo, como lo prueba la concesión de numerosos premios y distinciones en distintas exposiciones. Así lo avalan las medallas de oro conseguidas en las exposiciones internacionales de Amberes (1885), Melburne (1888), Jesuralen (1898), París (1889), Bruselas (1897) y nuevamente París (1900).
Inocencio Álvarez siempre insistía en contratar a los mejores torcedores de La Habana y primar, por encima de todo, la calidad de sus tabacos así como su presentación y dirigía personalmente todas las labores, señalando diariamente las clases de tabaco que se habían de mojar, ordenando las ligas de las tripas, revisando la escogida, los secaderos, el rezagado, etc... mientras que Manín García tenía las ideas y la visión empresarial necesaria para conseguir en pocos años el éxito de sus labores tabaqueras, convirtiéndose en uno de los principales competidores en el complejo y exigente mercado de puros cubanos.
Y lo lograron el éxito gracias a una decisión aparentemente simple pero eficaz, que consistió en tener claro que:
« Para conseguir un buen puro era necesario un buen tabaco en rama ».
En sus comienzos no disponían de plantación propia, por lo que se vieron obligados a comprar tabaco en las subastas, y como su política les exigía el tabaco mejor, era complicado conseguirlo, pues además de que los precios se disparaban, no había forma de asegurar la calidad mínima de la hoja que ellos exigían y solo se podían dejar llevar por su intuición. Resolvieron el problema enviando un buen número de observadores con experiencia a las mejores vegas de Cuba, con instrucciones precisas de prestar atención a todas las fases por las que pasaban las plantas hasta su maduración, para luego decidir el proveedor con el que debería tratar cada temporada.
Los espías de Manín se infiltraban en las plantaciones haciéndose pasar por trabajadores contratados, con instrucciones concretas de informarle de todos los problemas que afectaban a los cultivos, como sequías, plagas, errores en los procesos de recolección o manipulación, etc. De este modo, basándose en dichos informes, eran capaces de tomar las decisiones correctas sobre la calidad del tabaco a comprar, asegurando al máximo la calidad de sus futuros productos manufacturados. No pasó mucho tiempo antes de que los fumadores comenzaran a notar la diferencia entre un buen puro "habano normal” y el sabor y aroma de los elaborados por ROMEO Y JULIETA.
Elocuente testimonio de la popularidad y éxito comercial alcanzado por los primeros dueños de la compañía durante los primeros años de existencia de su fábrica es el hecho de la creación, de más de una docena de marcas nuevas: La Mar (junio de 1876) , Los Amantes de Verona, Monteschi у Capuletti (junio de 1879), La Superfina, La Flor de Lozano, Daniel Webster , La Cubana (todas en 1882), La Salamith, Entre las Rosas, La Mía, La Sonámbula, María Estuardo (1883), El Eco, La Cita, Sheba. Aunque ninguna de estas marcas fue capaz de afectar a ROMEO Y JULIETA, todas tuvieron éxito y aportaron beneficios a la fábrica matriz.
Fotografia de Donato Argüelles del Busto. (*13) |
En 1885 se produce un acontecimiento que marcaría una nueva etapa en el futuro de la compañía, la incorporación del gijonés Donato Argüelles del Busto (1856-1933) que pasa a dirigir la empresa y hacerse con parte de las acciones de la sociedad. Donato estaba casado (1885) con Julia Alvarez Launjart, una de las hijas de Inocencio Álvarez (por tanto era su yerno). (*16) . Quizás por este hecho, un año más tarde, Manín García abandona Romeo y Julieta, coincidiendo con un cambio de domicilio de la calle San Rafael, 87 a Ánimas, 129-131 (*12).
Pero, llegados a este punto, hablemos de este personaje que, como veremos, va a ser de gran importancia para el devenir de Romeo y Julieta en su segunda etapa con Pepín Rodríguez a la cabeza, y que fue su gran amistad durante toda la vida.
En 1870 Donato viajó a Cuba por primera vez a bordo del bergantín Pepé, de la empresa transatlántica de Antonio López. Allí le esperaba su tío Agapito del Busto, que le ahijó durante años. En 1875, viaja a New York donde permanecerá durante tres años. (*24) Probablemente, al final de su primera estancia en la Habana debió conocer a Pepín Rodríguez, y desde entonces se estableció una sincera y franca amistad que se mantuvo y fortaleció durante toda su vida.
En 1885, contrajo matrimonio con Julia Alvarez Launjart, una de las hijas de Inocencio Álvarez, co-fundador de Romeo y Julieta, y por tanto era su yerno, circunstancia que debió ser de gran importancia para la futura adquisición de la marca, como veremos más adelante.
Político, filántropo y escritor, estaba en posesión de la Gran Cruz de Beneficencia y la Cruz de Isabel la Católica. alcalde de Gijón entre 1909 y 1911, participó activamente junto con Pepín Rodríguez y sus tíos como miembro del Partido Reformista de España, fundado en 1912 por Melquíades Álvarez. Donato y Ramón Argüelles, así como el mismo Pepín Rodríguez, mantuvieron siempre una estrecha relación de amistad con el citado político, gran amigo de los tres. Tanto es así que una de las hijos de Donato contraería matrimonio con una de las hijas de Melquiades.
Arbol de relaciones familiares y sociales de Pepín Rodríguez. (*13) y (*16) |
En uno de sus libros titulado “Musel-Habana-New York. Cien días de viaje”; relata su viaje de placer al Nuevo Continente en 1915 a bordo del vapor Reina María Cristina, de la Compañía Trasatlántica Española. También nos relata las peripecias de sus primeros viajes a la Habana en 1870 y desde allí a Nueva York en 1875, así como sus recuerdos de aquellos tiempos y los cambios que había notado, transcurridos más de cuarenta años. (*24)
Donato y Pepín fueron amigos y socios inseparables durante toda su vida; aprovechaban cualquier momento para su encuentro: en La Habana, en Colloto o París donde residía Pepín, en Gijón donde Donato tenía su casa familiar o en Cádiz, puerto de desembarco de los vapores procedentes de Cuba, para visitar a Antonio (el tío de Pepín), casado con una gaditana (*16).
La relación familiar de Donato con Inocencio Álvarez (yerno) unido a su estrecha amistad con Pepín Rodríguez desde que se conocieron en su primer viaje a Cuba, consolidada con el paso del tiempo y mantenida durante toda la vida, debió ser de importancia capital para la existencia de estrechos contactos con los socios de Romeo y Julieta y así hacer posible la compra de la empresa por parte de un grupo de accionistas formados, entre otros, por miembros de las dos familias: los Fernández-Roces (Pepín y su tio Antonio) y los Argüelles del Busto (los hermanos Ramón y Donato).
En este razonamiento no parece encajar del todo la compra oficial de la marca por Rabel. Sin que se pueda demostrar con datos objetivos, es probable que en esta operación Prudencio Rabel actuara más como intermediario que como propietario, y todo estuviera preparado y planificado estratégicamente con suficiente antelación.
Al parecer, Rabel tenía escasos conocimientos tabaqueros, y por ello su actividad se centraba mayoritariamente en la compra y venta de marcas. Estos negocios le permitieron ganar una pequeña fortuna que pronto despilfarró, pues no debía ser un buen administrador de sus bienes, lo que le condujo a una situación financiera insostenible y finalmente a la bancarrota, falleciendo en la pobreza el 29 de Julio de 1906.
Pero, continuemos con la historia de Romeo y Julieta. Los últimos años del siglo XIX fueron tiempos difíciles: las grandes marcas de tabaco tenían almacenadas importantes existencias que no pueden dar fácil salida por haber disminuido notablemente los pedidos desde Europa. Por otra parte las vegas estaban medio abandonadas porque faltaban las cuadrillas que sembraban y cultivaban el tabaco. (*13). Tras un breve periodo trabajando con otro empresario tabaquero (un desconocido Montero), el propio Inocencio Álvarez acaba tomando el control de la fábrica en solitario. En los mejores momentos de esta primera etapa, la fábrica llegó a tener unos 200 operarios que lograban elaborar manualmente 20.000 cigarros al día (*17).
Finalmente, en 1900, la marca se acabó vendiendo al Marqués de Rabel que, al poco tiempo, la volvió a traspasar a la Sociedad Rodriguez Argüelles y Cia. con Pepín Rodríguez a la cabeza.
NUEVA ETAPA DE ROMEO Y JULIETA:
PEPÍN RODRÍGUEZ (1903).
Pero, volvamos de nuevo a la figura de Don Pepín, cuando en 1903, a la edad de 37 años, está a punto de dar su gran salto empresarial.
Pepín había trabajado en una plantación, era un profundo conocedor de los procesos de elaboración de tabacos torcidos, había dirigido una fábrica de tabaco de pequeño tamaño, había llegado a representar en el extranjero los intereses de la prestigiosa firma Hija de Cabañas y Carvajal como director comercial y, cosa muy importante, disponía de una enorme cantidad de contactos.
Estaba, pues, preparado para dar el gran salto y lograr su largamente esperado sueño:
Poseer una firma de tabaco propia.
Cuentan de él que, en 1902, a los pocos primeros años de la independencia Cubana, cuando Leopoldo González-Carvajal vendió su fábrica Hija de Cabañas y Carvajal a la compañía norteamericana American Tobacco Co, Pepín presentó la renuncia a su cargo en la empresa. Éste le rogó encarecidamente que la retirara y siguiera en su empleo provisionalmente para que la producción no sufriera quebranto durante los dos años que duraría el traspaso del negocio a los norteamericanos. Pepín accedió, pero tan pronto como se incorporó a su nueva gerencia, presentó su renuncia con carácter irrevocable.
El nuevo jefe de la compañía intentó convencerle rogándole que continuara en su cargo dado lo satisfechos que estaban con su labor. Llegaron al extremo de poner en sus manos un talonario de cheques en blanco, con licencia para fijar el sueldo y emolumentos que considerara. Pepín agradeció aquella deferencia, pero devolvió el talonario, diciendo:
« He resuelto marcharme definitivamente, ya que estoy decidido a comprar una fábrica de tabacos y trabajar para mí. » (*11)
Para gestionar su recién adquirida marca-fábrica ROMEO Y JULIETA, constituyen en 1903 la sociedad Rodriguez, Argüelles y Cia. cuyos socios fundadores fueron José Rodríguez Fernández, Ramón Argüelles del Busto y su hermano Donato, Antonio Fernández-Roces y Baldomero Fernández, con el mismo Pepín Rodríguez de presidente y Ramón Argüelles como vicepresidente.
Con la entrada de Pepín, Romeo y Julieta llegaría en pocos años a su máximo esplendor.
En 1904 adquieren para su fábrica el edificio habanero situado en la calzada de Belascoaín números 2A y 2B (actualmente el nº 152), en la manzana delimitada por las calles Belascoaín (Padre Valera), Concordia, Virtudes y Lucena, del que eran ya arrendatarios. Estos terrenos estaban ocupados hasta entonces por una de las plazas de toros de la ciudad. Como curiosidad cabe resaltar que la taquilla donde se vendían las entradas para las corridas fue utilizada durante años por la fábrica para pagar sus haberes a los trabajadores.
El edificio se reedificó en el periodo 1903-1905 añadiendo una planta más en altura, volviéndose a ampliar en 1913. Tenía tres niveles con una altura de 15 metros y ocupaba un área de 2.124 m2, con instalaciones amplias y bien ventiladas, siendo una de las mayores fábricas de cigarros de La Habana,
En 1907 crea una nueva sociedad, Romeo y Julieta, Fábrica de Tabacos, en la que continúa José Rodríguez como presidente y su socio Ramón Argüelles del Busto como vicepresidente. Al poco tiempo se vuelve a quedar pequeño, por lo que abren sucursales en Artemisa y Güira de Melena. (*17), (*20)
Pepín continuaba viajando para promocionar sus productos en los principales mercados de Europa, Sudamérica y sobre todo los EEUU, llegando a vender la totalidad de la producción de sus fábricas.
Entre 1903 y 1916, Romeo y Julieta aumentó su producción de 2 a 18 millones de tabacos al año (*10).
En 1918 producía unos 25 millones de tabacos con unos 1.500 empleados. (*13)
Con el paso de los años la fábrica de Belascoaín, 2 se fue deteriorando y finalmente fue abandonada, convirtiéndose en cuartería (casa de vecinos); tras sufrir varios derrumbes parciales y un incendio fue definitivamente demolida.
La fama y prestigio de sus habanos no tenía fronteras; por poner un ejemplo, decir que uno de sus incondicionales y admiradores era Sir Winston Churchill.
En esta nueva etapa se crearon nuevas marcas a añadir a las que ya tenía ROMEO Y JULIETA, entre otras: La Leita, Flor de Rodríguez Argüelles, Don Pepín, Falman, His Majesty, Flor de Romeo y Julieta, Flor de Skariatine y María Guerrero, esta última en honor a la famosa actriz y cantante española y a su esposo Fernando Díaz de Mendoza, familia con la que Pepín mantuvo una especial amistad desde que se conocieron en la última década del siglo XIX.
En 1905, Donato abandona definitivamente Cuba y fija su residencia en Gijón. Por otra parte Pepín Rodríguez pasa los veranos en Asturias y en París. Llegado un momento, adquiere una mansión de la lujosa Villa Montmorency, en el corazón del aristocrático distrito XVI de París, a pocos pasos del Bosque de Boulogne, del estadio de tenis Roland Garros y del hipódromo de Auteuil, aún hoy en día residencia de millonarios y personajes famosos, entre ellos una numerosa colonia de asturianos, entre ellos el tabaquero Manuel Valle, dueño de la marca La Flor de Cuba, entre otras. Allí pasará largas temporadas con su familia, dejando al mando operativo de la fábrica a su socio principal y vicepresidente de la compañía Ramón Argüelles Busto. También incorporó en 1912 a su sobrino Hipólito García Rodríguez al negocio tabaquero para su formación en la idea de que más adelante fuera su relevo natural.
La fábrica de Romeo y Julieta poco antes de su demolición. (*19) |
En algún momento anterior a 1926 (*8), cuando su fábrica Romeo y Julieta estaba en su máximo esplendor, se disuelve la sociedad Rodríguez Argüelles y Cia., que pasa a denominarse Romeo y Julieta S.A., Sucesores de Rodríguez, Argüelles y Cia, que en su versión anglosajona sería Romeo y Julieta Cigar Factory Ltd.
En 1930, Ramón Argüelles decide alternar su tiempo entre Madrid y La Habana, dejando la gestión definitivamente en manos de Hipólito García Rodriguez (hijo de Bibiana, la hermana mayor de Pepín), que se incorpora a la firma como vicepresidente en representación de su tío, ayudado por el hijo de Donato Argüelles.
En 1934, Romeo y Julieta ocupaba el segundo puesto en ventas de cigarros habanos detrás de Partagas, de Ramón Cifuentes.
Finalmente, en enero de 1959, Fidel Castro entra triunfante en La Habana, dicen que fumando un habano Romeo y Julieta el 15 de septiembre de 1960, la resolución nº 20260 del Ministerio del Trabajo de la República de Cuba dispuso la intervención de la fábrica, que se incorpora a la empresa estatal Cubatabaco, trasladándose al poco tiempo a la calle Belascoaín nº 852, en el Centro Habana. Su presidente, Hipólito García Rodríguez, volverá a Asturias con una pequeña parte de su fortuna, y tras residir durante un breve periodo en Colloto, en la casa de su tío Pepín, se traslada a Oviedo donde fallecerá en 1973.
Con la muerte del último dueño de Romeo y Julieta se puso fin a la historia de esta legendaria marca de cigarros netamente cubana e independiente.
Don Pepín, hombre sencillo y afable, poseía un talento natural y un instinto comercial innato, combinado con una gran capacidad creativa, fue un innovador en publicidad y un avanzado para su época, quizás algo excéntrico. Sin duda, Don Pepín habría sido en nuestros días un publicista de primera magnitud. Todas las campañas de publicidad que se utilizaron para promocionar sus marcas fueron de su propia creación. En todas partes procuraba que el nombre de ROMEO Y JULIETA estuviera de actualidad y bien visible. Pongamos algunos ejemplos:
Hombre de incansable actividad, clara inteligencia y gran espíritu de empresa, no sólo destacó en el mundo de los negocios, sino que prestó su concurso entusiasta a diferentes iniciativas sociales y benéficas, figurando entre los fundadores del Centro Asturiano de La Habana (socio nº 4), del Casino Español de La Habana (socio nº 1), del Country Club (socio nº 4) y del Habana Yacht Club.
Como buen asturiano, nunca olvidó a su Colloto natal, adonde regresaba siempre que podía. En terrenos donados por su tío Antonio Fernández-Roces, financió una escuela, modelo en su época de enseñanza pública. Sería inaugurada el 11 de febrero de 1911 y bautizada con el nombre de su benefactor: Escuelas Pepín Rodríguez. El primer alumno inscrito en dicha escuela fue su querido sobrino Hipólito (1898-1973).
Para su mantenimiento creó una fundación con una asignación de 400.000 pesetas. Las escuelas sufrieron todo tipo de vicisitudes, incluyendo la Guerra Civil española, incluso sobreviviendo a su fundador. Fueron cerradas en 1991.
Desde 1990, un grupo de ex-alumnos se reunen en una comida y depositan una corona de laurel en la escultura a Pepín, recordando a las escuelas donde se formaron y a su fundador.
También, costeo la primera carretera que unió Roces con la general de Colloto, que sería inaugurada en 1915. En enero de 1913, a propuesta de la Universidad de Oviedo, a la que siempre favoreció, le es concedida la Gran Cruz de la Orden de Alfonso XII.
Monumento a Don Pepín Rodríguez en su pueblo natal de Colloto (Asturias) |
El pueblo de Colloto, agradecido, sufragó un monumento en una plaza del Camino Real en el barrio de Roces como testimonio póstumo de reconocimiento de la comunidad a su benefactor.
Consta de dos esculturas de bronce sobre un pedestal de piedra: la principal es el busto de Don Pepín y otra, justo detrás, es una mujer joven con los brazos apoyados sobre los hombros de dos adolescentes (un muchacho y una muchacha), que representan una alegoría de la juventud y la cultura.
Se inauguró cuando Don Pepín tenía 84 años, después de sufrir innumerables retrasos y vicisitudes.
A un lado una inscripción con el siguiente texto: A PEPIN RODRIGUEZ COLLOTO AGRADECIDO AGOSTO 1940.
Es obra magnífica del escultor catalán Josep Clará y Ayats, amigo de la familia desde que Pepín lo conoció en París, donde el escultor residió entre los años 1900 y 1930, y al que no dejaba de visitar cuando viajaba a Francia para disfrutar de su magnífica mansión en esa ciudad (*4).
Don Pepín falleció el 4 de octubre de 1954, a los ochenta y ocho años de edad, atesorando una gran fortuna, tras pasar diez largos años de estancia fija en la Clínica del Sagrado Corazón (La Habana), soportando resignadamente una larga y cruel enfermedad, donde tres enfermeros se turnaban continuadamente para no dejarle nunca solo.
A su muerte, su querido sobrino Hipólito, que le atendió amorosamente en su larga enfermedad, y que era como un hijo para él desde el fallecimiento de su padre cuando solo tenía 14 años, heredó la fábrica convirtiéndose así en el mayor accionista de la firma. Su hija María Luisa (Maruja) Rodríguez Pellicer heredó solo propiedades y dinero, pero nada de la fabrica ni del patrimonio relacionado con la industria del tabaco. Una parte de las acciones restantes de Romeo y Julieta quedan repartidas entre los descendientes de las familias Rodríguez-Roces y Argüelles del Busto. Su amigo, el Dr. Emilio Maril, dijo emocionado en su duelo: « ... de singular inteligencia, era querido de ricos y pobres y gastó su dinero con largueza. No llegó quizás a millonario porque distribuyó amplia y altruistamente su riqueza » (*11)
Don Pepín fue uno de los "últimos supervivientes" de la edad de oro de la industria tabaquera cubana, que supo mantener su fábrica independiente de los todopoderosos grupos económicos que la amenazaban, integrándose decididamente en el núcleo de resistencia que, en Cuba, era conocido como los independientes (*5), cuando muchas marcas tabaqueras cubanas se rendían ante las presiones y los "dólares" de los grandes trusts o monopolios norteamericanos, en buena medida por la excelente preparación y conocimiento del mercado tabaquero cubano que poseía el prestigioso industrial tabaquero Gustavo Bock, delegado por esos grupos económicos de presión en clara apuesta para dominar y controlar dicho mercado.
Sentía por su ROMEO Y JULIETA un gran orgullo, y prueba de ello es que se cuenta un hecho ocurrido en la etapa de mayor apogeo de su fábrica, cuando Gustavo Bock mantuvo negociaciones con él para comprar su empresa e incorporar su prestigiosa marca a uno de sus importantes trusts.
Selección de anillas de la marca Romeo y Julieta. (*14) |
Romeo y Julieta emitió cientos de estas "vitolas especiales". (*14) |
Parece ser que dichas negociaciones estuvieron salpicadas de infinidad de anécdotas. En una de ellas se cuenta que, ante la tenaz insistencia de Gustavo Bock, Pepín hizo gala de su enorme inteligencia, preguntándole « si tenía alguna hija y si sería capaz de venderla por una enorme suma de dinero ». Naturalmente su respuesta fue rotunda: « Ni por todo el oro del mundo ».
Aprovechando esta respuesta, Pepín puso punto final al acoso que sufría desde hacía tiempo, y con respeto le contestó:
« Para mí, la fábrica Romeo y Julieta es como una hija, y como usted bien acaba de decir, ni por todos los millones de dólares del mundo vendería a la que considero mi hija ».
En ese momento, Bock percibió que había perdido definitivamente la partida ante ese asturiano tenaz y orgulloso de su obra que era José Rodríguez Fernández-Roces (Don Pepín).
También en la "Antología periodística" de Celestino Álvarez (*13) se recoge la siguiente cita:
« Hay dos motivos que impiden la operación: El hecho de ser Romeo y Julieta hija mía, y un padre no puede vender a sus hijos, y mientras yo viva, no quiero que, en el mástil colocado en lo alto de la fachada, en el cual ondea gallarda y airosa la bandera de la estrella solitaria, pueda ser esta e izada la de ningún otro país, y el segundo, que no hay dinero en el mundo para comprar mi libertad de industrial tabaquero ».
Como consecuencia de la intervención de Fidel Castro en las empresas tabaqueras cubanas, en la actualidad se da una dualidad en la fabricación de algunas de las antiguas marcas cubanas, pues se producen tanto en Cuba como en otros paises, como Santo Domingo. Es el caso de Hoyo de Monterrey, Ramon Allones, Romeo y Julieta, Monterrey, Fonseca, H. Upmann y Partagas.
En concreto, Romeo y Julieta se fabrica en Cuba, en la fábrica de la calle O'Reilly, por la corporación Habanos SA, siendo la segunda marca más vendida entre los puros cubanos.
También se fabrica la misma marca en la República Dominicana, donde se trasladó la producción después del embargo cubano, bajo la gestión de la empresa Tabacalera García y la supervisión del Vicepresidente y Gerente General José Seijas, nativo de la República Dominicana e hijo de un político local.
VITOLARIO DE ROMEO Y JULIETA.
El vitolario de esta marca es muy abundante, y de una sorprendente belleza y creatividad, quizás sea uno de los más extensos y variados, al menos de los de procedencia cubana. Algunos hablan de 20.000 vitolas diferentes (claramente exagerado, al menos en mi modesta opinión).
Muy conocidos entre los vitólfilos son los bellos y asequibles conjuntos de anillas de banderas o de retratos de personajes, pero sobre todo son numerosísimas las vitolas que editó la marca bajo pedido para clubs, empresas, hoteles, casinos, firmas comerciales, conmemoraciones de todo tipo y peticiones personalizadas, anillas que denominamos especiales en Vitolfília.
(*1) Revistas de la A.V.E. nº 100 Pág. 47, nº 255 Pág. 25. y nº 342 Pág. 30.
(*2) Romeo y Julieta - Cigar clan http://www.en.cigarclan.com/index.php/cigars/featured-cigar/666-romeo-y-julieta-
(*3) Asturianos en la Habana http://www.recursosfontan.com/jmanuel/emiamerica.pdf
(*4) Monumento a Don Pepín - Una obra del escultor catalán Josep Clará en Colloto (Asturias) Libro de Juana María Gil López. http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=1058614
(*5) A estas fábricas tabaqueras que se mantenían al margen de los trust norteamericanos e ingleses, los cubanos las llamaban cariñosamente "los independientes"
(*6) Datos suministrados por un nieto de Ramón Argüelles del Busto.
(*7) Libro de oro hispano-Americano - Cuba - 1917.
(*8) Correspondencia epistolar entre José Rodriguez y el escultor Josep Clará. En una carta fechada el 4 de febrero de 1926, figura con el membrete: Fábrica de Tabacos y Cigarros Romeo y Julieta S.A., Sucesores de Rodríguez Arguelles.
(*9) Libro "Cien anillas de Calidad en la Litografía Tabacalera". Autores: Florencio Giménez Caballero y Manuel López Rodríguez.
(*10) Libro "Tabaco en la periferia". Autor: Jean Stubbs
(*11) Revista Tabaquera "La Habana" . Octubre de 1954 (nº 10) y Noviembre de 1954 (nº 11), al fallecimiento de Pepín Rodríguez.
(*12) Artículo de la Revista A.V.E. nº 360 (Pág. 10) sobre los grandes tabaqueros "Los Álvarez". Autor: Carlos Casado.
(*13) Biografía de Pepín Rodríguez. El sueño de un indiano. Autor: Francisco Bustamante Alonso (cronista de Colloto).
(*14) Colección del autor.
(*15) Revista Asturias Oviedo 1912.
(*16) José Cima y su época. Colloto y sus emprendedores. http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com/2020/11/jose-cima-y-su-epoca-colloto-y-sus.html?m=1
(*17) Revista El Carbayón del 27 de noviembre de 1900.
(*18) La arquitectura tabacalera en La Habana. Autor: Alain Marrero Cordero. Las fábricas palaciegas (ss. XIX-XX). http://www.sedhc.es/biblioteca/actas/96-Marrero.pdf.
(*19) Fotos de La Habana. Romeo y Julieta en la saga del tabaco Habano. https://www.fotosdlahabana.com/romeo-y-julieta-en-la-saga-del-tabaco-habano/
(*20) Tabaco con Historia De Pasión. Artículo publicado en la revista Excelencias Nº 8/2006, La Habana, 2006. Autor: Orlando Arteaga Abreu
(*21) Revista "La Habana" nº 5 Vol XX, mayo de 1954. Editada por el órgano oficial de la Asociación de Almacenistas y Cosecheros de Tabaco de Cuba y la Unión de fabricantes de tabacos cubana.
(*22) Participación accionarial de Romeo y Julieta fechada el 12 de junio de 1946 a nombre de uno de los hijos de Donato Argüelles. Cedida por su nieta (Ana Argüelles).
(*23) Concejo de Gijón. Reseñas biográficas. Donato Argüelles del Busto. https://www.biografiasasturias.es/ficha/c/0/i/43647328/arguelles-del-busto-donato.
(*24) Libro “Musel-Habana-New York. Cien días de viaje”. Autor: Donato Argüelles del Busto. Agosto de 1916. En él relata su viaje al Nuevo Continente el 20 de enero de1915 a bordo del vapor Reina María Cristina, de la Compañía Trasatlántica Española (Antonio López), que con escala en Gijón, hacía la travesía hacia Cuba.
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