A la memoria de mi padre: José Berni Gómez q.e.p.d. El inició esta colección |
COLECCIONISTA DE VITOLAS DE PUROS Juan Alberto Berni González A.V.E. 1415 |
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JULIÁN ÁLVAREZ GRANDA COFUNDADOR DE LA MARCA HENRY CLAY |
Retrato de Julián Álvarez Granda |
Julián Álvarez Granda nació el 28 de enero de 1825 en la parroquia de San Román, perteneciente al concejo de Candamo. Candamo fue en el siglo XIX un gran foco de emigración a América y concretamente fue cuna de eminentes tabaqueros, como su gran amigo y paisano Juan Antonio Bances Álvarez, nacido también en San Román, o Manuel Valle Fernández, oriundo de la parroquia de San Tirso.
Los padres de Julián, Francisco Álvarez Martínez y Francisca Granda, como tantas familias asturianas, tuvieron que ver cómo sus hijos emigraban fuera de su tierra; y ese fue el caso de Julián, que emigró a Cuba desde el puerto de Gijón en 1840, a la temprana edad de 15 años. Al instante quedó deslumbrado por la belleza de La Habana, del ajetreo de la gran ciudad, de su bahía y su puerto, con un trajín continuo de entrada y salida de barcos.
En Cuba, contrajo matrimonio con Camila Muro y Arteche, natural de La Habana, de padre español y madre cubana, de cuyo matrimonio nacieron cuatro hijos, todos ellos habaneros: Carmen, Francisco de Paula, Hortensia y Juliana.
Julián, comenzó pronto en Cuba su aprendizaje en las técnicas tabaqueras, trabajando en las diferentes secciones de una fábrica de tabaco, desempeñando los mas diversos cometidos, desde aprendiz hasta experto torcedor, ya que ese fue en todo momento su principal objetivo.
A los pocos años, sus esfuerzos, su talento y su habilidad técnica innata fueron dando sus frutos, llegando a ocupar uno de los puestos relevantes de la fábrica donde aprendió el oficio. Pero, como todo gran hombre, también era ambicioso, y consideró que había llegado el momento de independizarse, pues se sentía preparado para dirigir una factoría de tabacos.
Su amigo y paisano Juan Antonio Bances Álvarez consideraba al joven Julián como una persona idónea para acometer la dirección técnica de su fábrica, y él se sentía preparado para emprender su primera gran aventura, la de dirigir una gran factoría de tabacos. Disponía de unos pequeños ahorros y su amigo había confiado en él.
Por tanto, fundaron una sociedad ante notario que llegaría a ser una de las más prestigiosas a nivel mundial, y que perduraría hasta nuestros días: la Fábrica de Tabacos Henry Clay.
En el año 1850 comparecen ante notario, los Srs. Álvarez Granda y Bances Álvarez, ambos españoles y asturianos, en su propio nombre, manifiestan haber acordado crear y establecer en la calle Aguacate, 98 de La Habana (Cuba), una fábrica de tabacos, bajo la denominación de Henry Clay.
De acuerdo ambos en los objetivos establecidos, estos no eran otros que, prioritariamente, el cultivo, compra, fabricación y venta de tabaco, establecimiento de marcas anexas con destino a la exportación a países de diferente continente. Sin embargo, también dejaron patente la oportunidad de establecer nuevas fábricas, talleres y depósitos, cuantos se estimasen convenientes para los servicios de la Entidad.
EL ENIGMA DE LA DENOMINACIÓN DE LA MARCA HENRY CLAY
Cualquiera que se haya asomado a la historia de esta prestigiosa marca de tabacos, se habrá hecho las mismas preguntas:
Antigua vitola marca Henry Clay Conjunto de anillas marca Henry Clay, las de borde blanco mas raras y antiguas. Antigua vitola de la marca Henry Clay. El canciller alemán Otto von Bismark. |
En mi modesta opinión, esta última pregunta siempre fue la más difícil de contestar.
El artículo publicado en la revista AVE nº 354 intenta descifrar esta incógnita. En él se relatan acontecimientos históricos contrastados y se describen complejos vínculos entre sus protagonistas que configuran una hipótesis altamente probable según la cual el senador norteamericano de origen francés PIERRE SOULÉ sería el "personaje clave" que puso en contacto al famoso senador Henry Clay con el empresario Juan Antonio Bances.
Esta persona clave en el proceso, haría de puente entre ambas partes, intermediando y negociando con el senador Clay los términos del contrato, para finalmente lograr la firma para la cesión de sus derechos de imagen a la marca de tabaco cubana Henry Clay.
Dos años después, en 1852, fallecía Henry Clay, mermada su salud por la tuberculosis.
Añadido a su prestigio como hábil político y elocuente senador de los EEUU, se sumó la gran popularidad alcanzada por esta marca de cigarros puros. Así, su nombre llegaría a todos los lugares del mundo en forma de lujosas vitolas y etiquetas litográficas, para garantizar y embellecer aquellas manufacturas tabaqueras salidas de la fábrica con su denominación.
En este vínculo encontrará el artículo completo:
En 1855 registra en sociedad con su hijo Francisco de Paula Álvarez Muro su marca La Selecta, elevándola a marca principal y traspasando Henry Clay a marca anexa. En 1859 registra las marcas La Flor de Henry Clay y La Primera Diana.
En 1875, Juan Antonio Bances se retira de la sociedad Henry Clay, quedando Julián Álvarez como único propietario de la fábrica, elevando ese nombre a marca principal y pasando La Selecta a marca anexa.
En 1876, los hermanos Anselmo y Martín González del Valle heredan la fortuna y negocios tabaqueros de la familia Cabañas y Carvajal, incluyendo la prestigiosa marca Hija de Cabañas y Carvajal, delegando en su tío Leopoldo González Carbajal y Zaldúa, futuro Marqués de Pinar del Río, la gestión y administración de sus bienes. Julián Álvarez Granda, como hombre de confianza y amigo de la familia, compartió con él tareas de consejero y administrador de tan importante patrimonio.
Habilitación marca La Flor de Henry Clay, de la época de control del trust inglés de Gustavo Bock. |
Julián Álvarez Granda fallece a las ocho de la mañana del 15 de dicembre de 1885, a los 60 años de edad, recien llegado de un balneario en Saratoga (EE.UU.) donde había sufrido graves ataques nefríticos que le hicieron regresar apresuradamente a su casa en la Calzada de Layano (La Habana). (*6)
Desde ese momento sus negocios pasan a la propiedad de la sociedad Vda. de Julián Álvarez, compuesta por ella misma, Camila Muro, por su hijo Francisco de Paula Álvarez Muro y su sobrino y yerno Francisco de Paula González Álvarez, casado con Juliana, su hija menor,
En 1887 fallece Camila Muro, esposa de Julián Álvarez. En 1888 la sociedad recibe autorización del gobierno cubano para comercializar la marca La Juliana, muy posiblemente el registro de esta marca con el nombre de la hija menor de Don Julián Álvarez y Camila Muro fuese el último deseo del matrimonio. Este desfase en el tiempo se pudo deber a que, en la Cuba de aquellos tiempos, los trámites derivados del registro oficial de una marca de tabaco podían alargarse hasta tres años.
En 1890, después de largas negociaciones que durarían más de un año, venden la sociedad con la marca Henry Clay a la cabeza, al trust inglés representado y dirigido por Gustavo Bock, que ya había absorbido la fábrica el Águila de Oro. Desde entonces, la nueva compañía, Henry Clay and Bock Company Ltd., seguiría comprando nuevas fábricas de tabaco en Cuba con la excepción de los llamados Independientes, que siempre se resistieron a ser absorbidas y lucharon en situación de desigualdad con estos grandes grupos de presión ingleses y norteamericanos, siendo apoyados mayoritariamente por amplios sectores de la sociedad cubana e internacional.
Durante cuarenta y dos años, Henry Clay conservó su condición de marca principal formando parte del trust Henry Clay and Bock Company Ltd. bajo la dirección de Gustavo Bock. En 1932 la empresa cubana Tabacalera Cubana, S.A. adquirió la propiedad y en el año 1965 pasó a Cubatabaco, empresa del Estado cubano, que se hizo cargo de la fábrica en cumplimiento de la Ley 914 / 1960. Finalmente la marca pasó a manos de la empresa tabaquera española Altadis, una división de Imperial Tobacco, multinacional tabaquera inglesa con sede en Bristol (Inglaterra) y cuarto mayor fabricante mundial de tabaco.
Julián Álvarez Granda llegó a ser una figura relevante en el entorno político-social de la Isla, al igual que se le consideraba un mito en el mundo tabaquero por sus conocimientos técnicos y su bien ganado prestigio. Fue concejal del Ayuntamiento de La Habana, accionista del Banco Español, llegando a ejercer con carácter accidental de director. Fue una persona muy influyente entre los Cuerpos de Voluntarios, en los que ingresó en la década de los cincuenta del siglo XIX llegando al rango de coronel, liderando un regimiento durante la Guerra de los diez años hasta el final de la contienda, siendo reconocidos sus meritorios servicios por el Gobierno Español manteniendo su rango e imponiéndole varias medallas.
También fue vocal del Casino Español de La Habana durante muchos años. Como representante de la influyente comunidad asturiana, llegó a ser consejero director del Banco Español de la Isla de Cuba (BEIC), entidad representativa de la oligarquía comercial y económica española en la Isla.
A nivel personal debió de ser una persona justa y generosa, a juzgar por los comentarios de la prensa norteamericana durante los días posteriores a su fallecimiento; por ejemplo, cito textualmente lo que un amigo decía de él: « Era el hombre más caritativo que jamás he conocido; ganaba millones y donaba millones. Dio empleo a 1200 personas e hizo todo el bien que una persona respetable puede llegar a hacer. No creo que el patrimonio del señor Álvarez ascienda a más de un millón y medio de dólares en efectivo, a pesar de que ganaba mucho más que eso en un año ». (*3)
En la rica historia de la industria del tabaco, pocas empresas tabaqueras podemos encontrar que hayan mantenido tan alta reputación internacional durante tan dilatado periodo de tiempo, desde 1850 a nuestros días, como la mítica marca HENRY CLAY. Fundada y presidida desde entonces por Julián Álvarez en sociedad con su amigo Juan Antonio Bances, fue después engrandecida por nuestro personaje protagonista (ya en solitario) hasta colocarla en la élite de las más prestigiosas marcas de tabacos torcidos de todos los tiempos.
La demanda de sus cigarros fue tan considerable que los contables de su sociedad (los hermanos García) estimaron las ventas de sus cigarros Henry Clay en los Estados Unidos en $17.000.000 de unidades al año (entre 5 y 7 millones solo en Nueva York).
La calidad de sus vitolas y habilitaciones las convierte hoy en objetos muy buscados y extraordinariamente apreciados días por coleccionistas de todo el mundo.
PREMIOS OBTENIDOS POR JULIÁN ÁLVAREZ GRANDA.
RelaciÓn de Marcas de fÁbrica y anexas:
Henry Clay (1850) | La Selecta (1855) | La Flor de Henry Clay (1859) | Primera diana (1859) |
Los Hijos de Álvarez (1882) | Flor de Álvarez (1882) | El Santo (1882) | La Paz de China (1884) |
Club América (1886) | Coney Island Club (1886) | American Club (1886) | Rubens (1886) |
Veni, Vidi Vici (1886) | La Lectura (1886) | Coney Island Jockey Club (1886) | Duke de Wellington (1887) |
El Jalco (1887) | El Águila de Oro (1887) | La Petite (1887) | La Prominente (1887) |
Volontier (1887) | El Águila de Plata (1888) | Sara (1888) | Jolle Tip Top (1888) |
Juliana (1888) | Erminie (1889) | My Flower (1896) |
FUENTES DE INFORMACIÓN (*)
(*1) Revista de la A.V.E. Grandes Tabaqueros, Página 101: Julián Álvarez Granda y Juan Antonio Bances - Henry Clay
(*2) Revista de la A.V.E nº 354. Grandes Tabaqueros y sus marcas: Henry Clay - El enigma de su denominación como marca de tabaco. Autor Juan Alberto Berni.
(*3) Necrológica publicada en el New York Times el 17 de diciembre de 1885: Un hombre que ganó millones con el famoso cigarro HENRY CLAY.
(*4) Colección del autor.
(*5) Real Academia de la Historia. https://dbe.rah.es/biografias/82726/julian-alvarez-granda
(*6) Anuncio del fallecimiento de Julián Álvarez aparecido en la prensa local.
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