LAS MARQUILLAS CIGARRERAS |
Aunque el término "marquilla" no figura como tal en el diccionario de la R.A.E., solo figura "papel de marquilla", José E. Perdomo en su Léxico Tabacalero Cubano, La Habana 1940, las define como:
«Distintivo que las fábricas registran para sus distintos tipos de cigarrillos».
De una forma más genérica, podríamos decir que las marquillas cigarreras son:
«Aquellas etiquetas o envoltorios con los que se preparaban los cigarrillos para facilitar su empaquetado, transporte y manipulación, además de garantizar y embellecer la presentación de las labores del fabricante».
Primitivas marquillas cigarreras envolviendo mazos de cigarrillos. Samuel Hazard. Cuba con pluma y lápiz. Boceto, 1871. (*5) |
Pero hasta llegar a la aparición de los primeros envoltorios, antecedentes o precursores de las marquillas cigarreras, entre 1836 y 1840, sería útil que previamente conozcamos algo más sobre la historia del tabaco y del cigarrillo haciendo clic en los siguientes vínculos: Historia del tabaco y del fumar y más concretamente de la Historia del cigarrilo.
Conviene, también, recordar que el término que en España conocemos como "cigarrillo", en Cuba se reconoce como "cigarro", y de igual modo, los cigarros puros son conocidos allí como "tabacos".
Pues bien, en España a finales del siglo XVIII ya se fumaban profusamente los llamados cigarrillos de tabaco blanco, que no eran otra cosa que cigarrillos liados de forma rudimentaria con papel, y que comenzaban a venderse clandestinamente en tabernas, mercados y otros establecimientos. Cuba, adelantada del cigarrillo y del cigarro, amén de productora del mejor tabaco del mundo, iba a convertirse en la locomotora de la industria tabaquera mundial, cuando a partir de las medidas liberalizadoras de Fernando VII en 1817 abolía el Estanco del Tabaco en la isla, autorizando su cultivo y comercio, aunque con continuos vaivenes.
A partir de ese momento, se fueron abriendo en Cuba multitud de pequeños talleres artesanales de elaboración de tabaco o chinchales, especializándose en cigarros o cigarrillos, que rápidamente irían mejorando las técnicas de fabricación. Los cigarrillos se vendían sueltos al menudeo en el propio taller o en bodegas y mercados. Los primeros fabricantes cubanos que comenzaron a fabricar cigarrillos en sus chinchales fueron José María Mendoza y José García.
A partir de 1840 comenzaron a venderse envueltos en papel en pequeños mazos o paquetes de forma cilíndrica, con una sencilla impresión litográfica a uno o dos colores como máximo (negro, sepia o anaranjado), incorporando en la zona central de la etiqueta unos sucintos datos sobre el producto, el fabricante (nombre y domicilio) y, en algunos casos, el taller litográfico donde se imprimió. Habían aparecido las primeras marquillas cigarreras. El fabricante que oficialmente y de forma sistemática inició esta práctica fue José Morejón y Rivas con su marca La Lealtad.
A título de curiosidad, citaré textualmente un párrafo del libro de Antonio de Gordon y Acosta (*4) que hace una referencia descriptiva de estas primeras marquillas cigarreras:
« En la época á que nos contraemos, realmente no existían cigarrerías, pues en esos días llegó á la Habana D. Juán Durán, á quien debemos gran parte de estos datos, y encontró que en las tabaquerías se expendían también cigarrillos envueltos en marquillas blancas que eran un pedazo de papel corriente en que se estampaba el cuño de la casa, dándose tres cajetillas por un real, teniendo cada una treinta y dos cigarrillos, vendiéndose en algunas tiendas de víveres, los que hacían los soldados y que también se daban como contra ó ñapa. »
Solo para tener una idea de la importancia de la industria del cigarrillo en Cuba, daremos unas cifras: en 1844 se exportaron cerca de 2 millones de cajetillas de cigarrillos producidas por unas 180 fábricas; en 1859 serían cerca de 9 millones.
Según las descripciones y relatos de la época, en la elaboración de cigarrillos participaban soldados y presos, que así obtenían algunos ingresos, y de estos últimos se cree que procedería el nombre de galera que daba a la sala donde se torcían los cigarros puros, seguramente por la semejanza con las arcadas y galerías de las cárceles.
Posteriormente serían los chinos, llamados en Cuba "culies", los que se incorporaron a las fábricas de cigarrillos, contratados por su habilidad y pericia, hasta tal punto que muchas fábricas luchaban por hacerse con el servicio de los mejores de ellos, pagando jugosos salarios.
La década de 1860 marca el comienzo de la segunda etapa de las marquillas cigarreras. En aquellos años la industria litográfica comenzaba ya a ser competitiva, coincidiendo con el inicio de la cromolitografía, y la industria del tabaco cubana se convirtió en un factor decisivo para su despegue y rápido desarrollo. Sería la familia Susini quien revolucionaría la industria cigarrera, y con ellos llegará su definitivo despegue y desarrollo.
Máquina magneto eléctrica patente de E. Gaiffe adquiridas por la fábrica de Susini para dibujar estampas litográficas. Samuel Hazard. Cuba con pluma y lápiz. 1871. (*5) |
Para no repetir más líneas, les emplazo a leer la historia de este importante pionero de la industria del tabaco tabaquero haciendo click sobre el vínculo de familia Susini que aparece repetidamente en esta página. Como resumen diremos que esta fábrica de tabacos cubana fue una de empresas tabaqueras más importantes de la época; adelantado y visionario, fue dueño de una de las más modernas y modélicas fábricas de tabaco del momento, la Real e Imperial Fábrica La Honradez, de Luis Susini e hijo, que incorporaba en todas sus secciones las más modernas técnicas y tecnologías existentes, como por ejemplo, prensas hidraúlicas, taller de carpintería, telégrafo, bomberos con los más modernos sistemas contra incendios, etc. Merece la pena destacar sus talleres litográficos propios con las más novedosas técnicas de dibujo mediante la patente del francés E. Gaiffe que mediante una máquina magneto-eléctrica permitía dibujar sin tener que ser un experto litógrafo.
Son mundialmente famosas y cotizadas sus series, que constaban de un número variable de etiquetas que versaban sobre temas diversos.
Aunque las series de marquillas cigarreras más famosas son las de La Honradez, de Susini e Hijo, son también de destacar otras como la marca Para Usted, fundada en 1850 por José Maria Guerediaga, que pocos años más tarde pasó a manos de Eduardo Guilló, sin olvidar muchas otras que merecerían una lista exhaustiva, tarea que comenzó a hacer Florencio Giménez Caballero en su última etapa ocupando un cargo directivo de la A.V.E., como presidente de la junta gestora en el periodo 2009-2010, pero que desgraciadamente no remató, llegando únicamente a publicar marcas cuya letra inicial comenzara por "A" o "B". (*1)
Lo que poco o nada se sabe es sobre los artistas e ilustradores involucrados en su producción; como mucho se cita en ellas el taller litográfico donde se imprimió, y solo en algunas algunas figuran sus iniciales y raramente un apellido, como L. Gómez o quizás un seudónimo, como Lemus, en las marcas Para Usted y J. Esclápet.
Las temáticas usadas son de una riqueza incomparable: Ingenios azucareros, Galería fotográfica de hombres ilustres, Galería literaria, Cosas de La Habana, Animales, Corridas de toros, Trajes militares, Escenas humorísticas, y un largo etcétera. Son de especial interés las representaciones de la vida cotidiana, combinando personajes costumbristas, proverbios y coloquialismos en tono burlesco con imágenes de La ciudad de La Habana; dentro de este ámplio tema merecen especial atención dos series que describen a las "mulatas": Vida y muerte de la mulata, de la marca La Charanga de Villergas, de Llaguno y Cia. y La Historia de la mulata, editada por la fábrica Para Usted de Emilio Guilló o La vida de la mulata, de La Honradez de Luis Susini e Hijo.
La Biblioteca Nacional de España atesora una magnífica colección de marquillas cigarreras, seguramente resultado de una donación. Está compuesta por: 719 marquillas de la marca La Honradez, 184 de la fábrica Para Usted, 30 de J. Esclápet, 20 de la marca La Dignidad de los sucesores de L.S. y otras 14 de distintas marcas. (*8)
También la Biblioteca Nacional Cubana José Martí de La Habana atesora una importante colección de marquillas cigarreras en tres volúmenes titulados Álbum de cromos donde se guardan unas 3.932 marquillas de distintas marcas. (*2)
MARQUILLAS CIGARRERAS ANTIGUAS. PRIMER PERIODO (1840-1860) |
Bibliografía y fuentes utilizadas
(*1) Revista de la A.V.E. número 336 de sept de Diciembre de 2009, páginas 6 a 9. Artículo Marquillas Cigarreras. Autor: Florencio Giménez Caballero.
(*2) Cuba en las marquillas cigarreras del siglo XIX. Autor: Antonio Nuñez Jiménez. La Habana. 1985
(*3) Revista Herencia Cultural Cubana Vol. 19.1 de Marzo 2013 y Vol. 19.2 Octubre de 2013.
(*4) El tabaco en Cuba. Apuntes para su historia. Autor: Antonio de Gordon y de Acosta. Editado en 1897 por "La propaganda literaria".
(*5) Cuba a pluma y lapiz: la siempre fiel isla. Autor Samuel Hazard. Capítulo X. Ed. 3ª, en castellano. 1873. Puede leerlo en Internet, en The Open Library.
(*6) Revistas de la A.V.E. números 335 a 339, de mayo de 2009 a julio de 2010 (contraportadas). Las marquillas cigarreras proceden de la colección Florencio Giménez Caballero.
(*7) Colección del autor.
(*8) Biblioteca Nacional de España. Colección de marquillas cigarreras digitalizadas en la Biblioteca Digital Hispánica:
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